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¿QUIÉN TE CREES QUE SOS?

Por: Azul Verzura | Línea Nacional Popular

El Ego varonil y la masculinidad frágil


El mandato de la masculinidad, el pacto entre varones, su ego enormemente indestructible y a su vez altamente frágil, es figurita repetida en el álbum del nuevo paradigma del goce feminista.


A veces se vuelve un poco tedioso tomar alguna posición sobre qué es lo que pasa con los vínculos que no se establecieron previamente a la oleada del feminismo popular (que va desde lo más pre-histórico hasta corregir un chiste transfóbico) y se vuelve tedioso porque –quizás- al principio, algunas, militaban con energía y mucha paciencia, el hecho de corregir los errores machistas de los varones, marcar faltas, establecer conversaciones hablando de lo que NO, o hasta comprender situaciones donde –claramente- el patriarcado se mete en las sabanas.


Todxs sabemos que hay una cultura y un sistema que se encargó de generarnos comportamientos y pensamientos. Sabemos que ningune joven –por lo menos- esta eximido de la cultura patriarcal y machista. Sabemos también que determinadas actitudes ya no se negocian más y sobre todo, si tenemos en cuenta los privilegios de clase en donde nos desarrollamos.


Poder hoy elegir no tener más ganas de marcarles los “errores” o las cosas que –personalmente- no nos gustan, es también parte de la oleada. Lo principal para la modificación de las actitudes machistas –como extremas- es, a su vez, dejar de ocupar el rol de explicación. Y en el caso de que nosotrxs queramos utilizar ese recurso para la mejor construcción de un vínculo, es válido también. Solamente es que debemos dejar de ponerlos la mochila de la responsabilidad de que ellos se desenvuelvan bien.


La violencia machista no es solo pegar un cachetazo o prohibirle usar una pollera. No es solamente violar o abusar. La violencia machista es aún más amplia y no implica lo explícito de la violencia psicológica o física. Existe el mandato de la masculinidad, la fragilidad y magnitud de sus egos construidos en pos de un sistema utópicamente sostenible.


A los varones y a quién le interese:


El mandato de la masculinidad que regula, a través de un termómetro de violencia y daño hacia lxs demás, qué tan capo sos. Básicamente, con cuántas coges, qué tan pelotuda es la piba con la que salís que no se da cuenta que le mentís, hasta dónde llega este juego de hacerme el novio pero a la hora de asumir la responsabilidad de serlo ¡anda a encontrarlo!, puede ser -también- el sexo que finaliza cuando acabas vos. Es una lista amplia de situaciones, tan sutiles, que quizás ni las registras pero la otra que se relaciona con vos, sí. Se nos dificulta tomar las herramientas y empezar a debatirlo cara a cara, se dificulta porque todavía seguimos dentro de este sistema que nos sigue oprimiendo la libertad de –básicamente- ser o expresarnos. Pero algunas compañeras toman la opción de retirarse, cerrar un vínculo de un puertazo o eliminarlo de la redes así no vuelve.


Volviendo al mandato de la masculinidad y sus egos inquebrantables pero a su vez tan débiles que se rompen con un rechazo normal, es necesario aclarar que el daño que proviene desde un sistema que promueve valores machistas, no deja de ser un daño machista.


Al compañero que juega con tu tiempo, que miente, que no está de un lado ni del otro, que no entiende lo que sí y lo que no –habiéndoselo explicado 100 veces-, el que pide disculpas pero no modifica, el que no te suelta sabiendo que no está haciendo lo correcto, es un compañero que no está viendo más allá de su ego. Y yo, a ese compañero, al que le teme a la comunicación, al que no decide, al que daña y pide disculpas cuando estas huyendo llena de rabia, le pregunto


¿Quién te crees que sos?


Ni nombre la frase que está de moda de “responsabilidad afectiva”. Acá hablamos de códigos entre personas que, lamentablemente, los varones no nacieron con eso instaurado. Les hicieron creer que podían con todo y que no necesitaban ayuda. Les hicieron creer que no podían amar ni llorar. Les hicieron creer que los daños que hacen iban a ser perdonados. Les hicieron creer impunidad. Y no. Acá estamos las feministas para construir nuevos vínculos, marcarle errores o sólo cortarles el chorro. Acá estamos militando los nuevos vínculos, con todo el dolor que requiere transformarse. Acá estamos, resistiendo al amor violento. Resistiendo a la violencia entre compañerxs.

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