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VICENTÍN | Primeras aproximaciones



La expropiación de la compañía Vicentín es el comienzo de un nuevo rumbo. Resultó necesario acumular fuerza para una medida que, a la vista, evidencia una inevitable confrontación contra factores de poder de inmensa potencialidad.


En el texto del decreto de intervención (el cual definirá las potestades del interventor) y de la posterior ley de expropiación se verá la potencia real del Movimiento Nacional para ejecutar tan corajuda decisión.


"Dispusimos la intervención del Grupo Vicentin y enviamos al Congreso una ley de expropiación para garantizar el funcionamiento de la compañía y los puestos de trabajo. Es una respuesta a la preocupación del mercado, pero también una decisión estratégica para la economía", señaló el presidente Alberto Fernández al justificar la medida, la cual definió a su vez como un paso adelante en la construcción de nuestra Soberanía Alimenticia. Asímismo, aseveró que "todos los activos del Grupo Vicentín formarán parte de un fondo fiduciario gestionado por YPF Agro. Se trata de un sector de la economía que tiene particular relevancia, como es el mercado de granos y cereales”

El Estado Nacional, haciéndose eco de los intereses del Pueblo, que son los intereses de la Nación, decidió hacerse cargo. Como nunca desde su asunción como presidente de la Nación, Alberto Fernández ejerció el poder que el Pueblo le delegó con sus votos.


La noticia fue bien recibida por las Organizaciones Libres del Pueblo. Representantes de la CGT, ambas CTA y de la Unión de Trabajadores/as de la Economía Popular aplaudieron la decisión del Ejecutivo. Hugo Yasky, titular de la CTA-T, aseveró:


"Con la intervención de Vicentín se terminó la impunidad para los empresarios que malversan fondos públicos. Que sirva de mensaje para todos".

Por su parte, Héctor Daer, Secretario General de la CGT, señaló:


"Es una decisión histórica la del Presidente Alberto Fernández de intervenir la empresa agropecuaria Vicentín, para darle continuidad y preservar más de 7000 puestos de trabajo. Estas políticas en favor de la industria nacional son centrales para construir una Argentina soberana".

La Corriente Federal de Trabajadores/as de la CGT manifestó en un comunicado:


"Apoyamos la medida del Gobierno, porque además de significar el salvataje de una empresa estratégica para el interés nacional y salvaguardar miles de puestos de trabajo, es un paso también a la soberanía alimentaria."

También Hugo Godoy, titular de la ATE y Sec. Gral. Adjunto de la CTA-A, aplaudió la medida:


"Celebramos la decisión del Gobierno de avanzar con la estatización de Vicentín, no sólo para resguardar las fuentes de trabajo sino para empezar a construir una soberanía alimentaria que garantice la comida a los sectores más necesitados."


La reacción opositora no merece mayores menciones: mientras por izquierda se oponen a la medida por sus "formas" anteponiendo la alternativa "estatización sin pago y puesta bajo gestión obrera", por derecha califican la medida como un acercamiento vertiginoso al "modelo venezolano".


¡Será posible! Cuando los zonsos exclaman "nos quieren llevar a Venezuela", omiten una verdad insoslayable: hasta la fecha, el modelo venezolano no ha alcanzado los altísimos grados de nacionalización económica que ostentó el justicialismo entre 1945 y 1955. Deberían en cambio exclamar: "nos quieren llevar a 1949". Al hablar de "Venezuela", lo que se pretende es imprimir en el accionar del Movimiento Nacional una impronta "socialista", para lo cual se debe (ante la abstracción del término) definir cuáles son los objetivos de una economía socialista y sus derivaciones prácticas, siempre éstas -claro está- relacionadas con el atraso, la pobreza y la anulación de las libertades individuales. El buen lector señalará que dichos preceptos son típicos del liberalismo tradicional, quien al sentirse asediado por la revolución social, arremete contra ella con sus instituciones, la prensa, la Justicia, etc. Más vale advertir un detalle: prácticamente ningún gobierno socialista en la región suramericana ha llegado a poder comparar los resultados de sus políticas redistributivas con los de la Revolución Peronista. En tal sentido, la realidad es absolutamente otra: la Inteligencia Liberal suele operar en forma indirecta, llenando el campo de batalla de blancos falsos para que el radar de su adversario se entretenga con ellos, y así poder contraatacar sin mayores dificultades. Así, al atacar la simple idea de una reforma constitucional -el proyecto nunca existió- en el período 2011-2015, lo hizo construyendo su argumentación sobre la "re-re-reelección" de la entonces presidenta Cristina Kirchner, cuando en verdad de lo que se trató fue de frenar el posible retorno del Artículo 40 de la Constitución de 1949, el cual sometió a los recursos naturales, los resortes estratégicos de la nación y los servicios públicos al control irrestricto del Estado Nacional. Así, al decir "vamos a Venezuela", omiten la verdad: el proyecto bolivariano no les importa más ni menos que cualquier otro proyecto de integración regional; de lo que se trata es de no volver a la Argentina Justicialista.


Tras está breve digresión, volvemos al texto.


Más allá de las adhesiones y rechazos, lo cierto es que la inmensa mayoría del Pueblo argentino se encuentra monolíticamente encolumnada detrás de la Política Sanitaria del gobierno popular. La imágen del presidente Alberto Fernández ha crecido frente a las estériles sombras de una oposición que no ha hecho más que demostrar una incapacidad crónica a la hora de representar los intereses de los y las argentinas.


La decisión de avanzar sobre la estatización de Vicentín proveerá al Estado Nacional de una empresa cuyo inmenso volumen posibilitará avanzar hacía horizontes hasta ahora negados. El diputado nacional Itaí Hagman ha opinado al respecto:


"Vicentin es la 6° empresa exportadora de alimentos en la Argentina. Además es una de las principales cinco procesadoras de granos del país, es decir en elaboración de aceites, harinas y biodiesel. El negocio de la exportación y procesamiento de granos se encuentra muy concentrado en pocas manos, en su mayoría extranjeras. En la última campaña agrícola 2018/19, el 91% de los granos fueron exportados por tan solo 10 empresas. Todo esto la convierte en una empresa importantísima: tanto por el volumen de divisas (dólares) que maneja, como para intervenir en el comercio exterior en favor de productores y consumidores de alimentos. Además, se anunció el vínculo con YPF Agro S.A., lo que abre la puerta para que el Estado pueda regular de manera mucho más inteligente el conjunto de la cadena de producción y comercialización agropecuaria. Pero además el Grupo Vicentín produce entre otras cosas jugo concentrado de uva y vinos, miel, participa de la actividad algodonera, lácteos (que eran de Sancor) y produce carnes en feed lot. Es decir que también es una empresa importante para la alimentación del pueblo argentino, en tiempos en que se hace imprescindible garantizar alimentos saludables y baratos para todos y todas. Es decir: soberanía alimentaria.

Hace algunos años, la ex presidenta Cristina Fernàndez de Kirchner señalaba, con motivo de la integraciòn de la Bolivia de Evo Moràles al MERCOSUR, que frente a los problemas que atravesaba -y atraviesa- el mundo, la Argentina y Suramérica debían "repensar nuevas estrategias que tengan como vista fundamental nuestro propio mercado, cómo integrarnos más productivamente, cómo lograr también con las inmensas ventajas que tenemos en recursos naturales, en materia de minerales, energía, de potencia alimentaria. Porque el riesgo que atravesamos también es que se intente, ante una nueva configuración del mundo, reprimarizar nuestras exportaciones y recuperar los términos de intercambio de otrora, que permitían precisamente que nuestras materias primas valieran muy poco y por eso el gran desafío es el valor agregado en nuestras regiones, la industrialización, la complementariedad y la mayor integración."

En este sentido se refirió también Alberto Fernández, quien recientemente aseveró que en el período de "post-pandemia", la política alimentaria será decisiva. Los conflictos sociales que se vienen desencadenando desde finales de 2019 evidencian el debilitamiento del sistema capitalista tal cual se configuró tras el Consenso de Washington. La Pandemia del COVID-19 tan sólo aceleró el proceso. Cuando un sistema se expresa incompatible con la evolución de las comunidades, éste no desaparece; intenta transformarse. En dicho proceso, las potencias hegemónicas -ya sean nacionales o, como es el caso, financieras- intentan subsistir. Se ingresa así a un complejo momento de altísima conflictividad mundial en el que las nuevas hegemonías no acaban de enterrar a las viejas. En medio, el Tercer Mundo, base aparentemente inagotable de recursos estratégicos, siempre ha sido el botín de guerra de las potencias en pugna. En este contexto, la necesidad de una política de Soberanía Alimentaria resulta impostergable. Con la participación de YPF en el proceso de expropiación de Vicentín, el gobierno combina Energía y Alimentos, dos pilares clave de la Argentina que vendrá. El proceso no estará exento de complicaciones. Factores endogenos y exogenos al Movimiento intentarán acelerar y retrasar la expropiación. En este sentido, es necesario la disciplina irrestricta al menos del Campo Nacional. La movida de Alberto es de una extrema fragilidad; cualquier paso en falso, por bienintencionado que fuera, sería catastrófico. Vicentín debe ser expropiada a como dé lugar.


Los datos vertidos conllevan a imaginar el nivel de resistencia que tendrá la expropiación en su jurídicamente necesario tratamiento en el Congreso. La partidocrácia, los medios hegemónicos y las instituciones liberales ya han comenzado a actuar.

El Movimiento Nacional deberá responder en consecuencia.

La expropiación de Vicentín es de interés nacional y popular.

Organizarse en función de la aprobación del proyecto de ley de su expropiación deberá ser el objetivo central del las Organizaciones Libres del Pueblo.


EDITORIAL | Línea Nacional Popular

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