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LA UNIDAD DEL FRENTE DE TODOS NO DEBE IMPEDIR EL AVANCE ESTRATÉGICO SOBERANO




A UN AÑO DE GOBIERNO, NUESTRA REFLEXIÓN CON SENTIDO DE APORTE


Fue sin lugar a dudas, el hecho político estratégico más importantes en décadas, la conformación del Frente de Todos, como alianza política para derrotar al neoliberalismo, que había arrasado la Patria, en tan sólo cuatro años.


El liderazgo de Cristina Fernández convocando a figuras, otrora críticas de su gestión, fue un paso inmenso que conmovió a la militancia, empujando hacia el camino correcto de la respuesta unitaria del campo popular, frente a la fragmentación, siempre propiciada por el enemigo. Una lección de política, que no derramó cambios significativos, hacia las conductas militantes.


Es que conducir un espacio tan amplio, donde para vencer en primera vuelta en las elecciones, se debieron tejer acuerdos que postergaban definiciones estratégicas, fue sin dudas una tarea dura. En campaña no se mencionaron, por no entrar en los acuerdos, los presos políticos, tampoco la necesidad de una Nueva Constitución, las referencias a los servicios públicos estuvieron referidas a las tarifas, nunca a la nacionalización de los mismos. Asimismo se afirmó en esa lucha electoral, el respeto a la deuda ilegítima, adquirida en el saqueo neoliberal. Sin embargo, entendiendo la unidad como valor supremo de la etapa, aceptamos ese perfil y lo llevamos a la victoria.


Claro que todo triunfo debe consolidarse en la acción y ese camino llevaba a dos escenarios complejos: destrabar la deuda para evitar mayores obstáculos a las decisiones soberanas, en un primer tiempo, y una respuesta urgente a la emergencia social dramática dejada, por un enemigo que suele hacer tierra arrasada con las conquistas sociales y laborales, sembrando hambre y miseria en el seno del pueblo.


No fue fácil para nuestros perseguidos políticos presos del régimen, ver abrir las puertas de aire fresco en decisiones políticas y seguir con los candados puestos por los derrotados. Siempre supieron los compañer@s y quienes acompañábamos esos momentos duros de cárcel, que nunca saldrían por decisión de una Justicia cómplice, sino que lo harían por la política. Esa era su esperanza, no concretada un año después.


Pero bien dice el viejo consejo de la política: el espacio que se deja lo ocupa el enemigo y eso sucedió. En medio de la Pandemia, con un Gobierno luchando junto al pueblo por preservar el capital más importante de los seres humanos, que es su salud, el enemigo, que nunca dejó el poder, sólo entregó el Gobierno, comenzó a dañar y avanzar en los espacios no ocupados, en las decisiones que en el marco institucional, se fueron tomando. Mientras el peronismo en el Gobierno, se movía con guantes de seda institucionales, el enemigo arrasaba a hacha y espada, en especial en el espacio simbólico cultural.


En esas condiciones, el pueblo percibió al principio una mejoría, ante un Gobierno que volcaba recursos y decisiones, vinculadas a la vida cotidiana. Se trabajó en el buen sentido de paliar en forma urgente la situación social y cuando llegó el virus, ya armado para enfrentarlo, toda la energía gubernamental se volcó a cuidar la vida, decisión valiente que permitió evitar miles de muertes. El ataque enemigo no cesó, pidió dedicarse a la economía en forma prioritaria, en un desprecio absoluto por el pueblo, planteando la teoría de la manada sanitaria.


Mientras se multiplicaban las camas UTI y se construían hospitales, el enemigo no cesaba de exigir cuestiones macro económicas. Una lucha desigual, asimétrica, en un mismo campo de batalla, la construcción de sentido.


Los medios hegemónicos, los golpes de Mercado, los aumentos de los precios, todos referidos a la pugna distributiva, horadaban los esfuerzos del Gobierno para que todos los argentinos soportaran una guerra al virus que siempre se supo, sería larga. Los embates contra la Cuarentena la aflojaron, la negociación de la deuda atacada, cualquier maniobra del Gobierno para destrabar, tuvo un alto costo político en el ámbito parlamentario y más aún en el Judicial. El poder hegemónico estaba incólume, determinando que pasaba y que no pasaba, por el ojo del coloniaje institucional, de un Estado hecho a la medida de sus intereses.


Pero el principal ataque consistió en intentar dividir la alianza, apostando sucesivamente a crear conflictos internos, desde los medios hegemónicos. No pudieron, entonces echaron mano, una vez más a la herramienta preferida del poder económico, que es el manejo espúreo del servicio de Justicia. Cuando ellos gobernaban, persecución y prisión, ahora freno a las decisiones y confrontación entre poderes.


Entonces llega la hora, cuando la Pandemia comienza a tener horizonte, cuando los esfuerzos inmensos del Gobierno permitieron respirar al conjunto del pueblo argentino, que en lo sanitario no colapsó y en lo económico, donde no hubo saqueos por el despliegue de instrumentos de fortalecimiento social, llega la hora de la política, a desplegar en el campo de batalla, frente a un enemigo voraz, que se siente dueño de la situación y aún no percibe alarmas en su despliegue.


Sólo el pueblo en la calle y la decisión del Gobierno de enfrentarlo, cambiará la ecuación, no será con leyes, que se negarán a cumplir o judicializarán, ni con llamados al consenso, frente a los cuales mentirán, sólo la firmeza y determinación en las políticas estratégicas, permitirán abrir la cancha, para luchar en igualdad de condiciones, con un poder inmenso, al servicio del coloniaje, avalado y conducido por intereses extranjeros.


Esas determinaciones tienen un solo contrapeso, no deben poner en riesgo la unidad del Frente, porque esa debilidad sería automáticamente aprovechada por el enemigo. Sería deseable planificar, comunicando y movilizando, con acciones conducentes a desenmascarar los verdaderos intereses en juego y a los enemigos de la Patria.


“Hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño”, dice una expresión popular. Retomar la iniciativa y transitar una agenda propia, que conmueva los cimientos del Estado colonial actual, es necesario a los fines de instalar una discusión en el conjunto de la Comunidad, que decida los caminos a transitar con protagonismo popular.


Libertad a los presos, nueva Constitución, nacionalización de los servicios público, recuperación de los puertos, nuevas leyes financieras y tributarias, son sólo algunas de las propuestas estratégicas que planteadas como caminos a recorrer, que harán visible ante el pueblo, aquello que estamos dispuestos a modificar, cambiar o sustituir, eso es todo el andamiaje de la dependencia, consolidado por el enemigo en las instituciones de la Patria.

Sepa el Gobierno apoyarse en el pueblo para sus decisiones, convoque el Parlamento cuanto sea necesario, movilicemos hacia una Justicia cómplice y golpista, inmovilizar los formadores de precios, evitar el saqueo de los bolsillos trabajadores y recuperar la dignidad soberana sobre la cual se constituyó el peronismo.


No le será fácil a los miembros del Frente encontrar los acuerdos estratégicos necesarios, porque la etapa inunda la discusión, pero es imprescindible que lo hagan, ante la necesidad de dar respuestas a millones de compatriotas que acompañaron la esperanza planteada electoralmente.


Ahí están, después de 70 años las organizaciones libres del pueblo, los trabajadores organizados, los movimientos sociales, las agrupaciones políticas, todas dispuestas a ser conducidas en un proceso de lucha institucional y democrática, hacia una nueva construcción de sentido y un Estado al servicio del hombre y la naturaleza. Sólo se espera su convocatoria para escribir la hora de la verdad.


Sólo el pueblo es el protagonista de la historia, sin él nada es posible, con él recuperamos las utopías y esperanzas de la Patria Matria Grande, de nuestros grandes sueños Latinoamericanos.


(*) Jorge Rachid | Primero la Patria

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