Imágen: Daniel Santoro. "Victoria Ocampo observa la vuelta del Malón".
El término "Fake News" -en español, "noticias falsas"- se ha acuñado hace algunos años para señalar aquella práctica recurrente en la prensa de publicar como "noticia" -a saber: Comunicación o informe que se da acerca de un hecho o un suceso reciente- una verdadera mentira.
Lo distintivo de esta época en comparación con experiencias pasadas es que la táctica ya no es publicar una opinión o interpretación de un hecho como el hecho en sí, sino que en incontables casos, la situación descrita es falsa de toda falsedad.
Este fenómeno no sería problemático a no ser por la potencia con la que instala temáticas, organiza discusiones, impone ciertos debates e invisibiliza otros, aún al interior del Movimiento Nacional.
En este sentido, no podemos hacernos los distraídos. Ya desde hace unos años, se escucha al compañero decir: "yo leo al enemigo para ver que dice sobre equis tema". Estamos de acuerdo, claro, si dicha lectura se realiza con rigor analítico. Por el contrario, el tiro puede salir por la culata. A los hechos nos remitimos, no son pocos los casos en que determinados debates en torno a la moral dirigencial, complejos conflictos internos del peronismo, pujas interminables de intereses, etc. penetran en la subjetividad del compañero, quien entrara inocentemente en la trampa de sus verdugos.
Los procedimientos empleados se dan el lujo de ser por demás rudimentarios. Bastará con decir que tal dirigente gremial mantiene "tensas relaciones" con el gobierno porque éste no le dio lo que quería, o que el ministro fulano actúa en forma autónoma ya que es de una "línea" distinta a la del primer mandatario para que una porción apreciable del riñón propio despliegue una caterva de conceptos abstractos en las redes cuestionando tal o cual medida sin saber bien por qué o -mucho más importante- para qué.
Gigantescos y largos debates se desataron a partir de una mentira deliberada. Entre tanto, los grandes debates que sí deben darse y de los que pocos hablan permaneces inertes en las viejas páginas de la literatura nacional: dime cuantos/as debaten el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional y te diré cuan bien está el pensamiento crítico del Movimiento.
La culpa, naturalmente, no se debe buscar en la incapacidad de distinguir verdades de mentiras por parte del sujeto; el aparato de des-información montado es de tal envergadura que ha conseguido que no pocos lean el titulo de una publicación aparentemente periodística y la compartan, la comenten y hasta opinen sobre ella sin haber abierto el enlace para leerla.
No se trata aquí de criticar los soportes digitales de producción y reproducción de información (redes), ni mucho menos de cuestionar el cuestionamiento -valga la redundancia- de las bases del Movimiento. En más de una ocasión las voces "orgánicas" nos han recomendado callar ciertas observaciones por ser "inconvenientes para la coyuntura". Comprendiendo y respetando la postura, hemos dicho siempre que sin Pensamiento Nacional no hay política de transformación posible, y que el intelectual nacional sólo es orgánico a los intereses del Pueblo y de la Nación: cuando dichos intereses coinciden con las políticas de un gobierno, se lo aplaude; cuando no, se lo critica. Dicho esto, es preciso señalar que la crítica es materia estéril si de ella no surge una solución práctica a un problema. Cuando el problema planteado directamente no existe, entonces la crítica sólo sirve para crear un problema donde no lo había.
Las "Mentiras a Designio" -frase acuñada por Domingo F. Sarmiento para calificar las falacias vertidas en su libro "Facundo"- no son una novedad en la Política argentina. De Caseros a esta parte, la falsificación deliberada de la Historia ha sido una constante que hoy opera en tiempo real. Lo novedoso es su inusual capacidad de confundir a los propios. Ha dicho en reiteradas ocasiones la actual vicepresidenta que en sus tiempos lo que venía de la TV y los diarios de seguro era mentira. Así era comprendida cualquier información reproducida por los medios hegemónico para una generación consciente de las funciones específicas del aparato comunicacional de su tiempo. Por el contrario, hoy se escuchan voces presuntamente críticas buscar la "objetividad" en La Nación porque Página 12, Tiempo Argentino o los Medios Populares autogestionados dicen siempre "lo que uno quiere escuchar".
Una vieja frase de Arturo Jauretche invita a leer los textos del viejo periódico La Prensa y La Nación al revés, habida cuenta del carácter oligárquico de ambos. Hoy por hoy, la oferta mediática que ofrece el proyecto liberal oligárquico es mucho más variada. Abarca prácticamente al conjunto de los formatos ideológicos tradicionales, desde el público más conservador hasta aquellos de neto corte izquierdista. Entre tanto, "de abajo hacia arriba, de la periferia al centro, la Comunicación Popular continúa desarrollando alternativas comunicaciones de contenidos sólidos, altamente profesionales y de apreciable calidad. Ignorados por "marginales" los consumidores ignoran el incalculable crecimiento que estos medios autogestionados han crecido en audiencia, tanto audiovisual como escrita. Sin embargo, la ingenuidad -sino ignorancia- de algunos sectores del riñón propio recurren a expresiones cuyos intereses deploran.
Caer en la trampa señalada implica, por un lado, apreciar la realidad por medio de un caleidoscopio que la deforma completamente, lo que lleva a conclusiones equivocas y, por consiguiente, a acciones en la misma dirección; por otro, desviar la atención de lo que importa, vale decir, la discusión programática, el proyecto de Nación y las complicaciones internas y externas que se nos presentan.
Las nuevas tecnologías han transformado el campo en disputa. Eludir las redes implica dejar al descubierto un campo fértil para que el enemigo, con el fenomenal aparato de colonización pedagógica que ostenta, opere sin más restricciones. Ahora bien, sin la organización necesaria, la disputa frente a una potencia sistematizada como la que está en frente resultará imposible. Requerimos entonces sentar las bases de un método que responda a los fines de informar. Previamente deberemos definir cuáles son los objetivos de la Comunicación Popular, de qué herramientas disponemos y cómo será la metodología empleada.
Un movimiento confuso es un movimiento frágil, propenso a las divisiones y tendiente a repetir errores. Haciendo un breve repaso de las últimas "fakenews", el lector podrá percatarse que las mismas han tenido por objetivo estimular las divisiones al interior del movimiento, es decir, los sectarismos. La información en Política es inconmensurablemente importante. En tal sentido, prestar atención a estos hechos es también tarea de toda la militancia nacional popular.
Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular
Comments