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CRISIS ECONÓMICA... Y DESPUES? / Aportes para pensar la realidad nacional y proyección

* CPR - Central de Trabajadores/as de la Argentina



“... No predecir el mundo futuro en base a una bola de cristal o a una especulación. Sino, estudiar la realidad, ver las contradicciones de esa realidad, ver los límites de esa realidad, en la perspectiva de como uno va a predecir o va a poder impulsar acciones tácticas y acciones estratégicas a partir de esos limites, de esas contradicciones, de esas limitaciones que tiene la realidad”. - Álvaro García Linera

A lo largo del tiempo transcurrido desde la victoria oligárquica del 10 de diciembre a la fecha, han existido (y existen) sectores opositores al gobierno -sectores medios no sindicalizados, sindicalizados escépticos de la actividad sindical, sectores medios politizados sin una militancia orgánica definida, militancia juvenil sin anclaje social/sindical, entre otros- que, sin generalizar -existen valiosas excepciones- se han retirado de las calles. La notoria disminución de la capacidad movilizadora de las agrupaciones políticas y juveniles son un ejemplo de ello. Asimismo, la ausencia de convocatorias nacionales mutitudinarias -como las que pudimos apreciar en los últimos años de gobierno popular- por parte de dicho sector en estos casi tres años de restauración conservadora son un dato alarmante. No es que no hayan existido dichas gestas. Las hubo y numerosas, Más los sectores convocantes fueron siempre otros.


¿Cómo se explica este hecho?


Más allá de ahondar en análisis políticos en derredor de la composición sociocultural de estos sectores, nos detendremos a observar dos elementos que se destacan en su discursiva. A saber: la teoría de los “ciclos” y la idea de que en la Argentina, como en América Latina, existe una “derechización” de la sociedad.


Es entendible, el gobierno popular liderado por la ex presidenta Cristina Kirchner movió pasiones sin mesura en amplios sectores de nuestro Pueblo. No extrañará que muchas compañeras y compañeros, al buscar la causa de la estrepitosa derrota nacional del 2015, hayan caído en explicaciones prefabricadas como las mencionadas en el párrafo anterior. Más es importante conocerlas, comprender el origen y los efectos de las mismas para poder así combatirlas, pues expresan según pensamos un problema que deben solucionar con brevedad.


En busca de una explicación lógica y práctica que les ayude a comprender el por qué de la derrota, dichos sectores han adoptado la llamada Teoría de los Ciclos. Dicha teoría simplifica el drama nacional en una mera ecuación. Transcribimos aquí palabras del intelectual boliviano Álvaro García Linera, quien ha estudiado este hecho en profundidad:


“ Si hace 25 años se hablaba del “fin de la historia”, como metarrelato conservador que predecía el fin de los grandes relatos heroicos anticolonialistas y anticapitalistas que habían caracterizado el siglo XX, hoy, el “fin de ciclo” constituye el aborto ideológico de esa teleolología histórica que pretende hacer creer que las sociedades se mueven impulsadas por leyes independientes y por encima de las propias sociedades, a modo de principios cuasireligiosos que pretenden explicar la dinámica del mundo. Se trata, ciertamente, de un intento por anular a la sociedad y al ser humano como fuentes explicativas de sí mismos y de su devenir.” (¿Fin de ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias? Junio de 2017)


Dicha idea aplicada a la realidad argentina intentará explicar que tras la devastación social de los gobiernos liberales vendrá, por reacción social, un gobierno popular que, avanzado el proceso redistributivo, levantará a las clases medias que posteriormente, y en pos de crecer socialmente, volverán a votar una alternativa liberal que volverá a saquearlas hasta que, ya por el suelo, volverán a querer un gobierno popular. Esta ecuación tan simple (crisis - desarrollo - crisis, etc.) olvida que en nuestro país existieron, a pesar de sus 208 años de historia, tan sólo 10 años de crecimiento continuo (1945 - 1955) entre el siglo XIX y el XX, y 12 años entre el 2003 y el 2015. Olvida también la correlación de fuerza existente entre los sectores nacional populares y la oligarquía terrateniente. Pero lo más importante, ignora que en los dos siglos de vida nacional, esta clase parasitaria alcanzó el gobierno tan solo una vez por medio de los votos. Las guerras gauchas sucedidas desde los albores de la Patria hasta su exterminio definitivo en Pavón por las fuerzas mitristas, las múltiples huelgas obreras sucedidas desde finales del siglo XIX hasta el advenimiento del peronismo, la heroica resistencia popular de casi dos décadas por el retorno de Perón a su nación e incluso los focos de oposición sindical contra la dictadura cívico militar del 76’-83’ dan fe de que el Pueblo argentino jamás ha sido un pueblo sumiso. Ha querido y quiere ser actor determinante en los grandes cambios nacionales.


El objetivo de esta teoría no requiere de mucho desarrollo: ¿Para qué luchar? De nada sirve salir a la calle si este no es el tiempo, nuestro tiempo. Ya llegarán tiempos mejores y volveremos a cantar “la marchita” en libertad.


Otra idea que ha hecho que una gran masa opositora al régimen macrista haya errado su diagnóstico (y por ende, sus acciones) ha sido la idea de que la sociedad argentina, como la latinoamericana, se ha derechizado. Acompañada por ciertos elementos de la teoría de los ciclos (pobres que se creen clase media y sectores medios asalariados o comerciantes que se reflejan en el espejo de los ricos y votan a la derecha), y tomando como base práctica los sucesos acontecidos en nuestro país y en el Brasil, esta idea pretende básicamente enfrentar a aquellos sectores medios opositores contra “los pobres° y “trabajadores”, quienes tendrían la “culpa” votaron en su momento al proyecto conservador. Del mismo modo, sectores populares partidarios del gobierno kirchnerista le echaran la culpa a “las clases medias”, históricamente ”cómplices” del proyecto liberal conservador.


La ecuación cierra por todos lados. La fragmentación del campo nacional popular no sería tan sólo en los sectores dirigenciales, sino también “abajo”, en su base de representación.


De esta manera, se crea en la mente del compañero o compañera una sensación de desconfianza, acompañada ésta de un microclima de desazón que lo acompañará en forma permanente, haciéndole sentirse en condición de minoría frente a una sociedad derechizada que votó, vota y votará a la Derecha que tanto mal le hace individualmente y a sus pares, también minorías, sintiéndose victima de una sociedad a la que ya no quiere pertenecer.


Estas teorías, imbricadas entre sí, no han cumplido otro rol que el de desmovilizar a un considerable sector de la población, alejándola de los sectores confrontativos. Al mantenerse al margen de la calle, al aislarse en este microclima de minoría, reafirman su convicción de que todo está perdido, toda vez que entienden que en nuestro país nadie lucha. Del mismo modo, no se percibirá el descontento creciente y contagioso que se vive en las calles de cara a la gestión liberal conservadora. No entenderán así que el país entero se encuentra en plena batalla por sus intereses, ni que la coalición sindical - movimientos sociales crece en número y organización como nunca en su historia desde la década 45-55. Tan sólo esperarán a que el “ciclo conservador” caiga por su propio peso para volver a recuperar las ilusiones y la felicidad.


En esta sintonía y tras la crisis cambiaría sufrida por el gobierno de Cambiemos, existe en estos sectores una sensación creciente de ruptura institucional que conduciría a un "cambio de ciclo inminente". La imagen del “helicóptero” aparece con fuerza en el imaginario colectivo y la desesperación por oír las hélices romper el aire de la Casa Rosada crece a pasos agigantados. Bajo los preceptos de la Teoría de los Ciclos, se entenderá que el ciclo de Macri está llegando a su fin y que nada podrá detener el curso de la historia.


Sin embargo, más allá de los hechos fácticos en materia económica y financiera que afectan gravemente a nuestro país (el proyecto oficial se encuentra ostensiblemente debilitado), sostenemos que no debemos dejarnos guiar por análisis meramente económicos dejando el factor político de lado.


El gobierno está en crisis, no está derrotado.


En este sentido, sostenemos que si el microclima del “gobierno eterno” es nocivo y desmoviliza, no es menos nocivo el nuevo microclima del “gobierno se cae” sin hacer mayores esfuerzos, en tanto éste es tan desmovilizante como el primero.


Las grandes gestas no se han producido jamás en virtud de las teorías cíclicas con tinte economiscista. Desde la revolución francesa hasta nuestros días, quienes han operado sobre la realidad, rompiendo las relaciones de dominación y produciendo las grandes trasformaciones que hacen evolucionar al mundo, han sido los seres humanos movilizados; no Dios, no la “Diosa Razón” del iluminismo, no la “mano invisible” del liberalismo, no la “dialéctica histórica” marxista. Son y siempre serán los pueblos que luchan por su liberación.


Es necesario pensar y esclarecer las ideas frente al panorama que se avecina.


Decía el compañero Juan Domingo Perón en el año 1971:


"Ellos no pueden aguantar mucho tiempo. (...) El enemigo se encuentra vencido y comienza a retirarse. ¿Qué tenemos que hacer nosotros frente a un enemigo que se retira? Perseguirlo. No dejarle levantar cabeza." (Actualización Política y Doctrinaria Para La Toma Del Poder, Madrid, 1971)

Este punto es crucial para las batallas que se avecinan.


Que las condiciones estén dadas para la victoria no implica que ésta se produzca porque "el modelo económico está terminado". Hace falta unidad, organización y lucha de las fuerzas populares. También hace falta quien conduzca dicho proceso. Tal conductor no será, en esta etapa, una persona ni una organización en particular, serán uno o más sectores que, afectados en sus derechos, reaccionara a todos los demás tras de sí. Pensamos que este sector será la Clase Trabajadora (Movimiento Obrero y Movimientos Sociales).


El sector político partidario, aunque en franco proceso de unidad, se encuentra todavía fragmentado en discusiones banales y estériles. Mientras, la Clases Trabajadora se organiza, traza el rumbo y sale a la calle. Tal es el ejemplo de las dos CTA, la CTEP y la nueva coalición de gremios confrontativos de la CGT, el Frente Sindical para el Modelo Nacional. Estas expresiones sindicales han trazado un rumbo programático con postulados mediatos e inmediatos para la reconstrucción nacional, hecho que ninguna expresión del campo político ha sabido o querido realizar al día de la fecha. Las y los dirigentes, así como la militancia política de los diversos espacios opositores, deberán comprender que sin una profunda articulación con la Clase Trabajadora, la victoria no será en corto plazo. El griterío mediático y la exaltada discursiva parlamentaria serán campanas de palo frente al poderío material y cultural de una Oligarquía enquistada en la Rosada que bajo ningún punto de vista está derrotada ni permitirá que su enemigo histórico, el Pueblo, retome los destinos de la Patria.


Del mismo modo, los sectores sindicales que pretendan sobrevivir a la crisis mediante la conciliación y la negociación con el gobierno, o aquellas extracciones "apolíticas" del sindicalismo "autónomo" movilizadas por una burda y estúpida concepción de minoría que marcha a contramano de la historia, quedarán en el camino como expresiones lesivas para la futura victoria del Pueblo. No necesitamos sindicalismo "a-político", sino una fuerte y sólida organización obrera político-sindical capaz de conducir detrás de un programa de reconstrucción y liberación nacional, al conjunto de las Organizaciones Libres del Pueblo. La Clase Trabajadora apunta a concretar ese objetivo. El recientemente conformado Frente Sindical para el Modelo Nacional dentro de la CGT y el virtuoso proceso de unidad de las dos CTA son expresiones de la inmensa e innegable madurez de las y los trabajadores argentinos, quienes han sabido interpretar el momento histórico que vivimos y han estado a la altura de las circunstancias.


Pensar la realidad, interpretarla en todas sus partes, descomponerla y estudiarla a fondo, nos brindará los elementos suficientes para comprender cómo seguir. Insistir en predicciones que tienen más que ver con la fe religiosa y no con la política, entendida ésta como los múltiples actos humanos conducidos por la férrea voluntad de torcer las relaciones de poder existentes. Para esta nueva etapa requerimos de la voluntad y el esfuerzo de todos los sectores, sin discriminaciones ni limitaciones. El único objetivo que nos importa es derrotar al gobierno y reconstruir la nación.


Debemos trabajar para ello.

La Patria lo requiere.

Camilo Porto Rojas

Central de Trabajadores/as de la Argentina - CTA

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