...Y un día, Suramérica venció.
Por: Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular
El encarcelamiento de Lula fue el corolario de un infame intento de la sinarquía internacional de retomar su dominio en América del Sur. Dicha tarea la llevaría a cabo orgullosamente las fuerzas vernáculas de la reacción.
Brasil, gran Nación del Sur, por su potencis geográfica y su tradición nacional, era un objetivo central para la reconquista del continente. En función de cumplir con su misión, la Oligarquía usurpó el poder del Estado y mediante él encarceló a Lula para que no pudiera presentarse a elecciones. Corrido de la escena el líder obrero, el campo estaría libre para aislar al Brasil de Suramérica.
Fallaron...
Tras la victoria del Peronismo en la Argentina, la región entró en ebullición. Las fuerzas populares, ahogadas por la persecución, la represión despiadada y la difamación, reaccionaron con potencia inusitada. Pronto, el frágil equilibrio que la sinarquía internacional supo construir en el continente se quebró por completo. Las protestas estallaron (Ecuador, Chile); los movimientos populares acumularon fuerzas y se lanzaron a la disputa electoral, resultando vencedores (Colombia, Uruguay, Bolivia). Un potente impulso transformador atravesó el continente entero, inundándolo todo con pasión esperanzadora: "se puede derrotar a la reacción".
El día de ayer, la Justicia Brasilera, la misma que meses atrás había encarcelado al "Hijo del Brasil", asumió el riesgo de dejarlo en libertad. ¿Cambiaron de parecer los señores jueces? No. Es el impulso transformador ardoroso que se expande en Suramérica quien quebró el Sentido Común que permitía que tamaña figura permaneciera presa sin motivo alguno.
Ante el terror de un proceso insurgente como el que acontece al otro lado de la Cordillera, las instituciones del orden liberal decidieron ceder un paso para no perderlo todo. No importa cuanto chille el bruto presidente del país hermano; éste no es más que una rudimentaria herramienta servil del poder brasilero, sin voluntad propia que valga ante las decisiones de los verdaderos resortes del sistema neocolonial, que ante la amenaza inminente sabe preservarse. Así lo hizo en la Argentina, y así lo hará pronto en cada nación del continente que logre vencer al orden liberal momentáneamente. El poder no tiene líderes; en tanto "sistema", no dependen de la voluntad de nadie ni obedece orden de estructura partidaria alguna.
Se presume que Lula saldría en las próximas horas. De concretarse, el deseo de millones de compatriotas suramericanos encontraría cauce. Con Lula libre, la recuperación del Brasil será sólo cuestión de tiempo. Reunida con sus hermanos, Suramérica podrá retomar el rumbo -esta vez definitivo- de la unidad continental, libres de toda atadura, libres de sometimiento alguno más allá de la voluntad soberana que emana de "las Provincias Unidas del Sur".
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