* CPR - Central de Trabajadores/as de la Argentina
“Habráse visto insolencia, barbarie y alevosía", cantaba la chilena Violeta Parra.
Nada menos se ha visto el día de hoy en las calles de la La Plata y Capital Federal.
14 hs. Me dispongo a escuchar la radio. Un delegado de ATE - Astillero Río Santiago relataba la trampa. Una balacera se escuchaba detrás. Gritos desesperados, insultos rabiosos, corridas. Las imágenes no fueron necesarias. Todo se oía detrás del micrófono por el cual el delegado de base contaba al país qué sucedía en aquel rincón de la Patria donde una caravana que demandaba al gobierno provincial paritarias dignas, reincorporación de los despedidos y el cese del desguace de nuestra industria naval, era salvajemente reprimida.
Las balas de goma se escuchaban con claridad inusitada. "Este ya no es su país", parecían gritar con odio y rechazo a aquella muchedumbre que se acercaba a la Casa de Gobierno en la Ciudad de La Plata. El saldo, cinco detenidos y varios heridos. Uno de ellos, voló por los aires tras ser atropellado por un patrullero en el cruce de 7 y 50.
Más tarde, las calles del microcentro porteño comenzó a sentir la llegada de un tumulto de algunos miles de ciudadanos indignados por la "impúdica corrupción populista". Los carteles que enarbolaban, los atuendos que portaban, los gritos de odio y desprecio hacia todo lo popular, delataban sin disimulo el origen de una pretendida "marea humana" que no fue. "Desafuero de Cristina ya", "devuelvan lo robado", “impunidad nunca más” y “cárcel a la reina de la mafia” eran algunas de las frases de una congregación de parásitos sin Pueblo ni Patria que ancló en la Plaza de los Dos Congresos para demostrar su odio de décadas contra el Peronismo.
La masa estúpida de aspirantes a cajetillas no ignora su condición de minoría. La siente y la honra. Tampoco presume del estéril número de movilizados, impotente ante la marea inmensa de hombres y de mujeres que luchan por una Patria libre, justa y soberana. Dijeron "aquí estamos, éste es nuestro gobierno y ustedes (nosotrs) son nuestro enemigo".
¿Hay Derecho en la Argentina?
Hay quien ha dicho alguna vez que "la victoria nos da derecho". Al igual que en las victorias oligárquicas de Caseros y Pavón, los "vencedores" tratan a los "vencidos", no como un "problema político", sino como un "problema de policía y de cárceles"; no como una confrontación política contra "opositores", sino como una guerra contra la "delincuencia". El único lugar que el gobierno de las minorías le concede a los obreros y obreras de la Patria (repito palabras de José María Rosa) será el de "buscar el perdón de su pecado original, amoldándose mansamente a los dueños del cepo, los contingentes y la partida". Todo aquél que se despegue de esta conducta será victima de aquel horroroso sonido de la infamia: las balas del régimen.
Son las 23 hs. La noche cae. El frío siempre es un mal compañero para las victimas de la represión. Las heridas duelen más y los músculos se entumecen. La rabia de quienes han sido agraviados por la fuerza de las bestias, que no reconoce otro derecho que el Derecho del Patrón de explotar a su peón, no es gratuita y costará caro. Jamás nada fue gratuito en este país para quienes promueven la violencia como método de disciplinamiento. El Pueblo argentino no se disciplinará jamás.
La prensa adicta -verdadero mal que aqueja a la nación- tendrá algún día, más temprano que tarde, por su pútrido y vergonzante papel de esta jornada. La barbárica represión contra los trabajadores del Astillero Río Santiago no será tema de sus páginas. Si lo será la esquina de Entre Ríos y Rivadavia, donde la llovizna gorila pretende simular ser sudestada.
No hay perdón para tamaño agravio. Solo reacción organizada.
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