Por: Camilo Porto Rojas - Línea Nacional Popular
“Los que estamos dispuestos a escribir historia tenemos el mismo espíritu que tenían los hombres que un día en las catacumbas desafiaron a los gobiernos, desafiaron a los poderes y desafiaron a los pozos de los leones. Las armas y los métodos de represión se han modernizado. Quienes quieran derramar la sangre de argentinos dignos que están dispuestos a rebelarse contra toda forma de opresión, que empiecen a derramarla. Pero de rodillas no nos van a tener. Creemos que se les van a acabar las balas a los que quieran fusilarnos y que fan a quedar argentinos para que permitan que se cumpla en la Argentina la voluntad de los Argentinos.” – Raimundo José Ongaro
Hace unas semanas, Rodolfo Orellana, militante de Organización Libres del Pueblo, y Marcos Soria, de Encuentro de Organizaciones (ambas nucleadas en la CTEP) fueron bestialmente asesinados por las fuerzas del orden liberal conservador.
La noticia recorrió las redes sociales rápidamente. Conferencias de Prensa y movilización de los Movimientos Sociales y sindicales por justicia fueron las primeras reacciones a tamaña atrocidad. Sin embargo, pocos, muy pocos medios se hicieron eco de la noticia. La prensa adicta, esa “fábricas de narcóticos ideológicos, de mercaderías mentales que atrofian en el infantilismo cultural, o en la verdad a medias, a millones de seres en las metrópolis y en las colonias” (Hernández Arregui) ocultó la verdad.
Los sucesos acontecidos en Córdoba y Buenos Aires apenas son el puntal de una serie de hechos de violencia estatal iniciados con el encarcelamiento de la dirigente indígena Milagro Sala y que tuvo su Punto máximo con la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado a manos de gendarmería nacional. Todos estos ejercicios de violencia física, social, cultural, política y judicial se encuadran en una lógica antigua, tanto como el nacimiento de la nación misma.
El gobierno, en conciencia plena del deterioro de su imagen, abandona los viejos hábitos de la propaganda mediática y la frivolidad política. Cuando la “pos-verdad” se desmorona ante la cruda realidad que padece nuestro pueblo, el poder comienza a mostrar su verdadero rostro, sus nombres y apellidos, su progenie y su casta, su herencia y sus privilegios. Su pensamiento aparece entonces desnudo, materia viva y en pleno desarrollo, expuesto a las adhesiones o rechazos del conjunto de la sociedad.
¿Por qué fueron asesinados Rodolfo y Marcos?
En principio, es necesario afirmar que la muerte de estos dos compañeros se debe principalmente a que han sido considerados como un “peligro”. Un peligro para la los valores éticos y morales, así como para los intereses prácticos de la Clase Dominante enquistada en el gobierno.
Más está caracterización simplista del hecho debe ser profundizada.
Para comprender está interrogante, debemos develar el origen de la idea fuerza que apunta a los sectores populares como “peligros”, de dónde proviene, cuáles son sus verdaderos objetivos.
Decía el pensador Juan José Hernández Arregui que "la OLIGARQUÍA, en esa espesa red de intereses burocráticos, financieros, internacionales, NO APARECE EN PRIMER PLANO. El secreto de su poder es que ES UN PODER SECRETO. Empapa con él a todo el país”.
El gobierno de la Alianza Cambiemos, hoy liderado por la figura del ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, no es otra cosa que la extensión del proyecto liberal oligárquico en este siglo. El mismo que ha sido artífice de los mayores crímenes contra la humanidad vistos en este continente. Esta identidad no sólo se observa en su programa económico; podrá apreciarse en los apellidos que conforman el gabinete de ministros, funcionarios de alto rango y aliados externos del gobierno. Desde el origen de nuestra nación, dos fuerzas –el Pueblo y la Oligarquía– se debaten la hegemonía del poder. En la primera mitad del siglo XIX, ambas fuerzas parecían relativamente equilibradas. Tras la caída de Rosas en la batalla de Caseros, dicho equilibrio se quebró. La Oligarquía, ahora dueña del Estado, arremetió violentamente contra los remanentes criollos de la confederación argentina, asesinando a gran parte de la población del país. Estos crímenes de Estado fueron ejecutados con la férrea convicción de que ni en aquel presente ni en el futuro serían entendidos como tales. Para ello, Bartolomé Mitre, insigne fundador de la historiografía oficial y epicentro de las campañas “civilizatorias” del naciente Estado oligárquico, forjó a fuego la doctrina que los herederos de esta clase parasitaria practicarían como dogma universal en los siglos venideros: la caracterización del ENEMIGO POLÍTICO como DELINCUENTE COMÚN; sus ORGANIZACIONES, como ASOCIACIONES ILÍCITAS; su RESISTENCIA, como ACTOS CRIMINALES.
Con motivo de brindar precisiones en derredor de las acciones que debía llevar a cabo el Estado central contra el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza, en una carta al “Padre del Aula” Domingo F. Sarmiento, Don Bartolomé expresa dicha táctica con precisión:
"... Procure no comprometer al Gobierno Nacional en una campaña militar de operaciones (...) no quiero dar a ninguna operación sobre La Rioja el carácter de GUERRA CIVIL. Mi idea se resume en dos palabras: quiero hacer en La Rioja una GUERRA DE POLICÍA. (...) Declarando LADRONES a los montoneros, sin hacerle el honor de considerarlos como PARTIDARIOS POLÍTICOS, ni elevar sus depredaciones al rango de reacción, lo que hay que hacer es muy sencillo."
Tal como ocurre en estos tiempos con la Alianza Cambiemos, el partido unitario, hecho del poder del Estado, no podía vencer la potencia política de las masas federales de otra forma que no fuere el exterminio. Estéril para representar otra clase que no sea la propia, el régimen liberal decidió acabar, declarando “tiranía bárbara” al Partido Federal, con todo aquel que se le oponga. La llamada “guerra de policía” fue el instrumento para desangrar el interior en una guerra “civilizatoria” que se extendió desde 1861 hasta 1877. Paralelamente, las instituciones nacientes del régimen, impartirían la verdad liberal desde las aulas sarmientinas, enseñándoles a los hijos e hijas de la confederación a aceptar mansamente la derrota de sus padres. Repetimos palabras del historiador José María Rosa:
“Los hijos de Martín Fierro y del Sargento Cruz serán educados en las escuelas de Sarmiento a despreciar a sus padres por "bandoleros" y buscar el perdón de su "pecado original", amoldándose mansamente a los dueños del cepo, los contingentes y la partida".
Casi un siglo y medio después, los crímenes de lesa humanidad cometidos por los gobiernos de Mitre y Sarmiento no han sido juzgados por el Estado argentino como tales. En su lugar, expresiones como “guerras civiles”, “campañas civilizatorias”, entre otras intentan ocultar la pavorosa realidad.
Para la Oligarquía, HAY DERECHO A MATAR. Dicho Derecho se funda en la vieja antinomia CIVILIZACIÓN O BARBARIE. La Clase Dominante se entiende con "derecho" de aniquilar a la "barbarie" opositora toda vez que al barrer con sus organizaciones se está ejerciendo un acto "civilizatorio". Por tal motivo, bajo los motes de “anticuadas”, el gobierno arremete contra las organizaciones sindicales, interviniendo los consejos directivos legítimamente constituidos, persiguiendo judicialmente a líderes sindicales, justificando las salvajes represiones contra la lucha sindical de la misma manera que se hacía un siglo atrás: tildándolas de “delictivas”.
El caso de los movimientos sociales adquiere una relevancia mayor. La Confederación de Trabajadores/as de la Economía Popular (CTEP), máxima expresión sindical de los excluidos, se ha transformado en los últimos años en una herramienta de considerable potencia. Cartoneros, carreros, recicladoras, trabajadoras del cuidado, feriantes, trabajadoras rurales, vendedores ambulantes, entre otras expresiones del descarte son representados por esta organización cuyo impulso plebeyo la ha transformado en una verdadera amenaza para los intereses de la Oligarquía. El “Descarte”, excedente humano eyectado por un sistema global que entiende que al “trabajo” como una actividad innecesaria para la reproducción del Capital, tiene su máxima expresión organizativa en esta organización argentina cuyo ejemplo comienza a calar fuerte en otras zonas del hemisferio occidental. En los últimos meses, el gobierno nacional ha lanzado una feroz campaña contra las organizaciones sociales, tildándolas de “narcotraficantes”, “golpistas” y hasta “terroristas”. Esta arremetida brutal de los dueños del Capital contra la CTEP y otras organizaciones hermanas ha ido evolucionando en forma escalonada, empezando con represiones aisladas, estigmatización mediática de dirigentes así como de las actividades laborales de grupos tales como los vendedores ambulantes senegaleses, detenciones y encarcelamientos de corto período a militantes y líderes sociales, entre otras formas de violencia institucional. De tal manera, llegamos al punto límite de los asesinatos de Rodolfo y Marcos. Días atrás, la militante feminista del MTE-CTEP Aymara Val fue detenida y trasladada a la Comisaría 4ta. De Canning mientras hacía guardia en un refugio para mujeres víctimas de violencia de género. Posteriormente, entre el asesinato de Rodolfo y Marcos, la policía porteña reprimió y detuvo a decenas de manteros en Plaza Once.
Estos hechos de violencia estatal no son aislados. Responden a un solo interés: DISCIPLINAR a las trabajadoras y trabajadores de la Economía Popular por medio del terror. De esta forma se ha manejado el gobierno de la Alianza Cambiemos desde el primer día. Más de una decena de presas y presos políticos, reiteradas amenazas a dirigentes sindicales, justificación de la represión a la protesta social, despiadada persecución judicial a los principales líderes opositores y justificación oficial a los asesinatos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y otras víctimas de las fuerzas de seguridad dan cuenta de ello. El OPOSITOR es DELINCUENTE; sus ORGANIZACIONES, ASOCIACIONES ILÍCITAS; su RESISTENCIA, ACTOS VANDÁLICOS.
En la CTEP, como en otras organizaciones sociales y sindicales, renace la vieja antinomia sarmientina “Civilización o Barbarie”. Los crímenes nefastos contra las vidas de Marcos y Rodolfo se enmarcan en la lucha despiadada que las clases dominantes llevan adelante para eliminar la resistencia social contra el programa de entrega y prebenda de la Patria a manos del Capital Financiero internacional. El gobierno criminal de la Alianza Cambiemos lleva adelante un nuevo régimen "civilizatorio" cuya finalidad es barrer con los sindicatos, los movimientos sociales y toda expresión insurgente que consideren "barbárica". Sus expresiones los delatan: desde la proclama del ex ministro Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear en derredor de la necesidad de emprender una nueva "campaña del desierto" hasta la retórica obscena de la ministra de seguridad Patricia Bulrrich Luro cada vez que señala a las Organizaciones Libres del Pueblo como elementos del crimen organizado.
AHORA MATAN PORQUE ENTIENDEN QUE MATANDO SE DISCIPLINA MEJOR.
Recordamos aquí las palabras de Sarmiento, quien al referirse al salvaje asesinato del caudillo riojano Peñaloza, dirá: "... he aplaudido la medida precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses." La Oligarquía entiende que NO ES SÓLO LA MUERTE, sino más bien LA FORMA EN QUE SE MATA el elemento disciplinado por excelencia.
Hace tan sólo algunas horas, el Ministerio de Seguridad ha aprobado a través de la Resolución 956/18 el uso de ARMAS DE FUEGO contra el Pueblo. Haciéndose eco de la vieja doctrina mitrista de declarar “ladrones” a los opositores “sin hacerle el honor de considerarlos como partidos políticos”, el texto de la resolución sentencia que las fuerzas represivas podrán disparar contra el Pueblo en las siguientes ocasiones:
“En defensa propia o de otras personas, en caso de peligro inminente de muerte o de lesiones graves; para impedir la comisión de un delito particularmente grave, que presente peligro inminente para la vida o la integridad física de las personas; para proceder a la detención de quien represente ese peligro inminente y oponga resistencia a la autoridad; para impedir la fuga de quien represente ese peligro inminente, y hasta lograr su detención.”
Con este acto administrativo, el Gobierno oligárquico ha conferido a las fuerzas represivas PERMISO PARA MATAR. Más el Pueblo argentino y sus organizaciones han demostrado en toda su historia que no hay método que pueda frenar su espíritu de lucha.
Marcos Soria y Rodolfo Orellana han sido víctimas del disciplinamiento civilizador. “Daños colaterales” sin más importancia que el presupuesto empleado por el Estado para tapar la noticia por los medios oficiales. Al asesinarlos, el gobierno creyó que podría frenar la inmensa movilización que se desataría unos días después, cuando los líderes del mundo pisaron tierra gaucha con motivo del G-20. No fue así. Decenas de miles manifestaron su rechazo categórico al gobierno vernáculo y a sus patrones foráneos. El Pueblo argentino no se disciplina. Como toda comunidad, podrá sentir temor ante la amenaza de la muerte, de la tortura y de la cárcel; podrá replegarse, conservando la integridad física y psicológica de sus militantes; podrá resguardarse de la bestial inquina, del odio viseral de las Clases Dominantes enquistadas en el gobierno cuando éstas arremeten contra las vidas de sus individuos. Pero de rodillas no se pone. Jamás lo ha hecho. El Pueblo luchó, lucha y luchará por su liberación y la de todas sus hermanas y hermanos del Tercer Mundo. Contra eso, no hay decreto, ni ley, ni balas que puedan detenerlo.
Vayan estas líneas a la memoria de Marcos Soria, de Rafael Orellana, de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, así como de todas las compañeras y compañeros victimas de la maldita oligarquía. Su ejemplo honra nuestras luchas.
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