Por: Jorge Rachid
La humildad es la condición esencial para vencer la cultura dominante del neoliberalismo, que es el individualismo, eje sobre el cual se desarrolla la soberbia, desde donde se despliega el desprecio al prójimo y el racismo social.
Los militantes políticos, con firme compromiso con los sectores más desprotegidos, humildes y trabajadores, en el camino de la construcción de una sociedad más justa, contribuyendo al Modelo Social Solidario, que es el objetivo estratégico, del Movimiento Nacional y Popular.
El peronismo, denostado como responsable de las supuestas crisis nacionales por quienes, no sólo las provocaron, como forma de justificar los procesos de ajuste sobre el pueblo, recurriendo para ello a las prácticas más aberrantes, brutales e inhumanas, desde los bombardeos a cielo abierto, los fusilamientos, las desapariciones, los encarcelamientos, las persecuciones y el exilio, de quienes sostenían, es Estado de Justicia Social del peronismo, que si fue responsable de haber construido las bases de la Argentina Moderna, industrial, socialmente justa, con desarrollo científico tecnológico, inserción internacional con soberanía política e independencia económica, que siempre quiso destruir el Imperio.
Entonces los desafíos son múltiples cuando LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO, para una militancia que en general, no por responsabilidades propias, sino por falta de contención y conducción, asume la política como un hecho electoral en algunos casos, como protagonismos individuales o sectoriales en otros, o caminos individuales de posicionamientos expectantes. No son conductas nacidas de comportamientos incorrectos, sino producto de la cultura dominante neoliberal de los últimos 45 años, por lo cual su corrección es parte de la batalla cultural.
“Conducir es predicar, predicar es persuadir”, nos decía Perón, lo cual implica que con humildad y contención, conducción y comprensión, se puede sembrar, colaborando en corregir errores propios de la práctica y de la juventud ansiosa por construir, a veces sin respetar los tiempos, un marco de justicia social, en la lucha por la soberanía política, desnudando la entrega de éste gobierno que amputa la independencia económica.
Esa lucha constante debería darse basada más en la inteligencia para vencer, que en el voluntarismo para ganar, eso significa organización política y unidad sin sectarismos, con todos aquellos compatriotas que reconozcan la necesidad de enfrentar al enemigo común: los planes estratégicos de EEUU para América Latina.
Por fuera de esa lucha y ese enemigo, al adversario “puentes de plata”, como se construyó desde siempre el movimiento nacional y popular en nuestro país, contradictorio, tenso, policlasista, pero patriótico, revolucionario y latinoamericanista.
Por eso el Partido fue definido desde siempre, como una herramienta electoral, pero nunca como un espacio de privilegios, ni de posicionamientos elitistas. “El peronista que se cree más que otro peronista, ha dejado de serlo”, es una de las verdades peronistas, desde siempre.
La Comunidad Organizada es la herramienta filosófico política, de Mendoza de 1949, del cual se cumplen 70 años, como forma de derrotar la lógica de la democracia liberal burguesa, que inscribe su nombre en el preámbulo de la Constitución liberal de 1853: “el pueblo no gobierna, ni delibera….sino a través de sus representantes”.
El pueblo sí gobierna y si delibera, conduce a través de las organizaciones libres del pueblo, verdadero motor político, en la construcción de una Patria Grande y un Pueblo Feliz. De ese camino, los peronistas, somos responsables.
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