Por: Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular
En su último informe, el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala aseveró que la INFLACIÓN del mes de octubre fue del 5,5% mensual, alcanzando una variación anual superior al el 45%. Paralelamente, el CONSUMO se retrajo un - 6,2% (Var. Anual). La ECONOMÍA, por su parte, ha sufrido el mismo periodo una contracción del – 3% en comparación con 2017, siendo éste el sexto periodo consecutivo de resección.
Esta tendencia estadística -efímera, en tanto deja varios elementos afuera como la desocupación, el creciente índice de población en situación de calle, el aumento de la pobreza, etc- dar muestras de un rumbo en la política económica orientado a la destrucción del aparato productivo nacional, la aniquilación del mercado interno, el debilitamiento de las capacidades materiales de la Clase Trabajadora -estrechamente ligada a su potencia político sindical-, la sumisión del país a la dependencia económica.
Uno de los elementos más oradados por la política económica del régimen liberal conservador es EL SALARIO.
La inflación descontrolada, la importantísima devaluación de la moneda, los múltiples tarifazos y la política de “techo paritario” ejecutada por el Ministerio de Trabajo -hoy Secretaria- han depreciado el poder adquisitivo de la masa ocupada y titulares de programas sociales de manera exponencial.
La ausencia de pan y trabajo ha tornado la situación social casi inaguantable. Decenas de miles de hombres y mujeres ven con impotencia como lo poco que tienen se torna insuficiente para saciar los insumos básicos de la dignidad humana. El trabajador formal, por su parte, ha visto absorto como las arcas de la Oligarquía y la clase capitalista parasitaria se ensanchan sin mesura en paralelo con su empobrecimiento. Así, un hogar compuesto por dos trabajadores formales con salarios medios de 20.0000/25.000 pesos (de 40 a 50 mil mensuales) apenas llegará a fin de mes.
El encarecimiento de la vida se hace evidente e insostenible. Todos los sectores del trabajo han visto despreciados sus salarios frente a la inflación descontrolada, los tarifazos y la indetenible corrida cambiaría que esta semana ha vuelto a colocar al dólar a $40 tras una aparente estabilidad en lo que iba del mes. Según recientes publicaciones de la UNDAV, en lo que va del 2018 el salario de los trabajadores y trabajadoras de la CONSTRUCCIÓN se ha depreciado un 10,9%; los ESTATALES, un 16,4%; los GASTRONÓMICOS, un 16,9%; los RURALES, un 10,6% y los trabajadores y trabajadoras del COMERCIO, un 12,9% entre otros.
Frente a esta grave sangría, la Confederación General del Trabajo no ha encontrado una respuesta mejor que la aceptación de un BONO de $5000 en dos cuotas y promesas flotantes de preservación de derechos laborales que todo el mundo sabe que no se cumplirán. Mientras las luchas obreras, encabezadas por el Frente Sindical para el Modelo Nacional y las CTA se intensifican en coalición con las organizaciones de trabajadores y trabajadoras de la Economía Popular, el consejo directivo de la CGT decide “planchar” la tan exigida Huelga General a cambio de una bonificación cuyos efectos reales son estériles para reparar el daño social.
En tal sentido se ha expresado Héctor Amichetti, Secretario General de la Federación Gráfica Bonaerense y referente de la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT:
“Se repite la negociación del año anterior y el resultado va a ser el mismo. Es un error pensar que se puede acordar un paliativo a la grave situación que viven los trabajadores a través de un bono y una advertencia sobre los despidos. El pedido real debe ser el cambio de la política económica, defender el poder adquisitivo del salario y los puestos de trabajo. No hay paliativo que justifique ir para atrás con el paro.”
Más allá de la insuficiencia que representa para el bolsillo este “bono consuelo”, la conducción de la histórica central obrera -hoy en manos de los colaboracionistas Carlos Acuña y Héctor Daer- ignora el inmenso grado de deterioro de las condiciones laborales, los cientos de miles de despidos en la anchura de nuestra patria, las decenas de casos de persecución sindical a dirigentes confrontativos, las intervenciones del gobierno en consejos directivos legítimamente constituidos, el impacto de la reforma previsional en nuestras y nuestros jubilados, los asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad a dirigentes de la Economía Popular recientemente ocurridos en Buenos Aires y en Córdoba, las reiteradas detenciones a afiliados y afiliadas en las últimas movilizaciones, la cacería judicial y mediática contra líderes gremiales, la importación descontrolada que afecta lesivamente la producción local, el desmantelamiento de nuestra industria, el creciente endeudamiento, la reprimarización de nuestra economía; en fin, el retorno a la Argentina previa a 1943. Todas estas, razones suficientes para emprender, aún bajo formas medidas, un plan de lucha organizado en función de la recuperación de la Argentina para su Pueblo.
Por otro lado, abocándonos exclusivamente al tema que nos confiere, la solución a corto plazo para la Clase Trabajadora no es un bono pagado en cómodas cuotas que ya muchos sectores de la producción advirtieron que no podrán pagar; la solución debería haber sido ordenada en función de la REAPERTURA DE PARITARIAS. En los últimos tres años, los trabajadores y trabajadoras argentinas han visto como sus aumentos paritarios quedaron por debajo del encarecimiento de la vida. En este sentido, solo la lucha por la reapertura de paritarias, la actualización del Salario Mínimo Vital y Móvil y del Salario Social Complementario de las clases subalternas podrá logran algún grado de recuperación del tejido social azotado por el obsceno enriquecimiento de la Oligarquía y los sectores del capital concentrado.
Postula Amichetti:
“…El mismo gobierno dice que no hay perspectivas de reactivación a corto plazo, que no hay posibilidades de detener la recesión, evitar los despidos no es posible. Una empresa antes de frenar despidos y agravar su situación financiera termina cerrando. No hay modificación en absoluto de la política económica y no hay ninguna solución para el pueblo, sólo le damos oxígeno a una política que destruye la economía estructuralmente.”
Sin embargo, la reacción ante el programa liberal conservador. Los Movimientos Sociales han demostrado su capacidad de organización y si compromiso con la unidad. Del mismo modo, los trabajadores y trabajadoras nucleados en las dos CTA y en el recientemente conformado Frente Sindical para el Modelo Nacional han sentado las bases para un programa de lucha y reconstrucción nacional. El Sindicalismo de Liberación está en marcha. Como en 1968, la consigna es “unirse desde abajo, organizarse combatiendo”. El rumor de una Huelga General activa se torna cada día más claro, más tangible.
El salario no debe ser entendido solamente como un elemento ordenador en función del consumo. El salario es también una herramienta de combate. La lucha por el salario es la lucha por la redistribución del ingreso, por la equiparación de los bienes materiales y espirituales que hoy se encuentran en manos de una clase parasitaria que se niega a abandonar una casa que no le pertenece a nadie más que al Pueblo por derecho legítimo.
La Clase Trabajadora marchará siempre con sus dirigentes a la cabeza o con la cabeza de sus dirigentes, pero no se dejará doblegar. Esperamos que la dirigencia mediocre y gastada recapacite o, de lo contrario, seda el espacio a los verdaderos y verdaderas representantes de la Clase Trabajadora a la que jugaron proteger.
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