Por: Jorge Rachid
A lo largo de la historia política latinoamericana, el sueño de la Patria Grande se vio interrumpido por la acción desplegada por los países dominantes en cada etapa. En el siglo XlX Inglaterra, Francia, Holanda y Bélgica, ocupando los restos de la colonización española y dominando la portuguesa.
Sobre finales de ese siglo, ya EEUU aparecía con su apetito imperial, con la Doctrina Monroe y robando a sangre y fuego casi un tercio de territorio mexicano, hoy Texas, California y San Francisco. El siglo XX apuntaló esa estrategia sobre los países latinoamericanos, profundizando la balcanización ejecutada por el Imperio Inglés, como el caso de Panamá provincia Colombiana, desprendida de su matriz, por la necesidad de controlar el Estrecho.
Nunca fue declarada la Independencia Argentina, que en su acta declarativa menciona la Provincias Unidas de Sudamérica en 1816, como había sido también en el Congreso de los Pueblos Libres de Artigas un año antes en 1815, con las provincias de Santa Fe, Corrientes, Misiones, la Banda Oriental, Santiago del Estero y Córdoba, quienes excepto ésta última, no participaron en Tucumán al año siguiente.
Entonces ambas actas de independencia hablaban de la Patria Grande, nunca de Argentina, Bolivia o Perú, como naciones. Todo el siglo XlX se llenó de intelectuales y luchadores revolucionarios que plantearon ese objetivo: Vasconcellos en México, Martí en Cuba, Rubén Darío en Nicaragua, Rodó en Uruguay, Mariátegui en Perú, nuestro Ugarte en Argentina.
El UNASUR de los últimos 18 años, entonces no fue una expresión aislada de un grupo de gobernantes “fuera de control”, fue la síntesis histórica de un anhelo compartido, de una utopía concretada, de un homenaje a nuestros Padres Fundadores: San Martín, Bolívar y Artigas.
El peronismo, el MNL de Bolivia de Paz Estensoro, el APRA de Perú con Haya de la Torre, el varguismo de Brasil, Ibañez del Campo en Chile en el siglo XX, lo intentaron de la mano conductora de Perón. En efecto, con el Plan ABC, Argentina, Brasil y Chile como alianza, el ATLAS asociación de trabajadores de Latinoamérica, los centros de estudiantes universitarios reunidos en Bogotá en 1948 por Perón, al mismo tiempo que rechazaba la injerencia de EEUU de posguerra, con el FMI de los acuerdos de Bretton Woods.
Esos procesos apuntalaron soberanía política y sólo el peronismo sigue vivo, por doctrina, ideología y filosofía, recuperando en pensamiento latinoamericano, moreno, profundo, criollo, articulado con nuestros primeros pobladores aborígenes y la Pachamama.
Es entonces cuando se observa como “alegremente” un proceso político, colonial y saqueador, instalado por EEUU en latinoamérica, con nuestro país incluido, desarma esa construcción postergada, se debe admitir que estamos enfrentando un proceso de neocolonización, de sujeción imperial, que intenta, una vez más acotar los márgenes de maniobra soberanos de los países sudamericanos.
Ante esta situación emerge con fuerzas el peronismo, el movimiento obrero, los movimientos sociales, el pueblo con conciencia identitaria y cultural de Patria, que hoy está en peligro, como cuando desembarcaron los conquistadores, de la misma forma que vinieron los ejércitos españoles a derrotar a los patriotas como Güemes en el norte y San Martín y Bolívar, como cuando se atrevieron las Flotas inglesas y francesas a invadir nuestros ríos interiores, de la misma forma que fueron los golpes militares amordazando la voluntad del pueblo en nombre de “la libertad y la democracia”, asesinando y persiguiendo al campo popular.
Hoy en nombre “del occidente cristiano”, no se trepida desde EEUU de atacar al Papa Francisco, como en nuestro país, títere de sus intereses. En nombre la “la libertad y la democracia” se bloquea a Venezuela, Cuba y Nicaragua, se amenaza y persigue a los líderes populares de nuestra región, se ataca al peronismo en nuestro país, cuya barrera se les hace infranqueable, aún con deserciones compradas, con fragmentaciones inútiles, con ataques impiadosos y presos políticos.
Es que somos la síntesis de esa patria Grande que revivirá, cuando derrotemos las cadenas del neoliberalismo colonial y cipayo, con el pueblo en las calles y en las urnas, bien cuidadas.
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