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"Pacto" y miseria

Por: Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular


“Aserrín, aserrán;

los maderos de San Juan.

Piden pan, no le dan;

piden queso, les dan hueso

y les cortan el pescuezo”

(Canto popular español)


Abril termina con un doloroso saldo de pobreza y miseria que angustia a las familias argentinas. Mientras las ganancias ociosas de la Oligarquía y del gran capital financiero se ensanchan de manera exponencial, crece en paralelo el número de compatriotas que no llegarán a mediados de mayo con sus míseros ingresos. La carestía de los alimentos se ha transformado en hambre; el hambre, en múltiples enfermedades que afectan principalmente a niños y ancianos. El infernal incremento de las tarifas en servicios públicos ha trazado una brecha despiadada entre quienes aún pueden acceder a servicios esenciales y quienes no. La megadevaluación, que ha llevado al precio del dólar de $9,00 en 2015 a $44,00 en 2019 (388% de incremento) ha pulverizado el poder adquisitivo de la masa asalariada, lesionando gravemente al Mercado Interno, centro de gravedad de la actividad económica de nuestra Nación.


En estas condiciones, y con el único objetivo de retrasar lo inevitable, el gobierno de la Alianza Cambiemos ha lanzado un plan de congelamiento de precios. Dicha medida llega justo después de que elementos de primerísima necesidad como la leche hayan subido exponencialmente sus valores en comparación con los de unas semanas atrás.


El "pacto entre caballeros" anunciado por el ministro Dujovne el pasado jueves 18 de abril consiste en un "acuerdo" entre el Estado y una minoría empresarial orientado a paralizar el precio actual de ciertos productos.


Las medidas anunciadas, lejos de ser suficientes para contener la sangría social desbordante, no pretende ir más allá de su mera enunciación. Subyace en su modesta retórica la gran mentira: "Acuerdo", "pacto", "compromiso" son términos que expresan más una actitud de "fe" que de la voluntad férrea de un Estado de regular las ambiciones del empresariado local. El gobierno no controlará, sino por el contrario espera que el acuerdo se cumpla por simple voluntad de las partes. Dicha fe no obedece a una creencia inocente, sino a la certeza absoluta de que la mera enunciación de una mejora económica será suficiente para desacelerar el descontento creciente de loa desposeídos. De lo que se trata, pues, es de controlar mentes, no mercado.


Dicha táctica muestra sus flancos débiles. La pavorosa realidad que atraviesa la Argentina impide que la "luz al final del túnel" llegue a iluminar siquiera más que un fósforo en la noche pampeana.


Durante el último año, la economía se contrajo -2,5%. En los últimos tres meses de 2018, el PIB cayó -6,2% anual y registró el peor retroceso desde el 2009. Según el último informe del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA), "el empleo asalariado registrado en el sector privado computó en enero nueve bajas mensuales consecutivas. El retroceso anual es de -2,4% de los ocupados, magnitud que supera los valores de 2016 (-1,4% en lo más profundo de la crisis) y 2014 (-0,4%). Son 140 mil ocupados menos". En tal sentido, el ITE pronostica que "es posible que la tasa de desempleo alcance los dos dígitos para el primer trimestre de 2019". Por otro lado, en lo que respecta a los índices de pobreza, el Instituto asevera que se "pasó del 25,7% en el segundo semestre de 2017 a 32% en la segunda mitad de 2018".


La situación social en nuestro país no resiste medio año más de economía oligárquica. Aun aplicando un programa serio de control de mercado, no sería suficiente. La acción sindical opuesta a los intereses patronales ha logrado disminuir gradualmente la miseria expansiva. Más no es menos cierto que son pocos los sectores del trabajo que han logrado recomponer el poder adquisitivo perdido. Según informa el Instituto de Estadístico de los Trabajadores de la Universidad Metropolitana (IET-UMET), en el último mes, el alza de precios perforó el 53% interanual (valor más alto desde 1991) acumulando un 11,1% en el primer trimestre de 2019, mientras que los salarios en promedio no llegan al 30% de aumento. De esta manera, el IET-UMET señala que “el poder adquisitivo de los asalariados formales fue 15,8% menor al de noviembre de 2015, y 11,3% inferior que un año atrás. De este modo, el poder adquisitivo se encuentra en su peor momento en una década”.


Frente a semejante panorama, la única salida posible es reactivar el consumo. Dicho objetivo se obtendría fomentando la producción nacional, generando empleo e incentivando el consumo mediante salarios dignos y una considerable inyección de ingresos en los sectores más desposeídos. El congelamiento de precios altos en un país de salarios bajos e ingresos restringidos a una franja acotada de la población conllevará a una mayor pobreza, mayores índices de desigualdad y mayores niveles de conflictividad social. Nada por fuera de la recuperación económica de la Clase Trabajadora podrá amortiguar la caída libre de esta banda de maleantes que se hacen llamar “gobierno nacional”.


Estas aseveraciones no son desconocidas por el equipo técnico de la Alianza Cambiemos. En tal sentido, queda demostrada la estafa del Plan “Precios Esenciales”, cuyo único fin no es otro que el del engaño.


En pocos días, la Clase Trabajadora argentina organizada en sus sindicatos y movimientos populares, encabezarán junto a sectores de la pequeña y mediana industria una masiva Huelga General contra el programa económico, político y social del gobierno oligárquico. Esa será la fotografía precisa y perfecta de la respuesta de la Nación sublevada hacia las dádivas de sus gobernantes.


El pavoroso futuro que atravesará la Argentina requerirá de una gran responsabilidad de la dirigencia política que asuma el mandato el próximo 10 de diciembre. Será el Pueblo argentino a través de sus organizaciones libres quienes les exigirán con el rigor de la historia el cumplimiento de su mandato: liberar al país de las garras impúdicas de la Oligarquía y del capitalismo foráneo que nos ha hambreado, perseguido, castigado y hasta asesinado por exigir lo que nos corresponde, lo que nos pertenece: justicia y dignidad.

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