Por: Jorge Rachid
Los pueblos construyen su memoria con alegría, elaborando sus conciencias colectivas sobre los sueños postergados, generando así las esperanzas y utopías necesarias, para construir caminos solidarios de identidad común feliz y la grandeza de la Patria.
Las oligarquías por el contrario levantan en sus conciencias el odio de clases, tienen proyectos de sector, sólo reconocen el país “de ellos”, desconociendo “al otro”, por el cual tienen, lejos de la solidaridad, un accionar de explotación en algunos casos, de uso en otros, de indiferencia en la mayoría, con los cuales se relacionan en el mejor de los casos, desde un criterio de dádiva atado a la beneficencia.
Esa descripción que algunos llaman grieta, se profundiza en la lucha por el poder, cuando las fuerzas de la reacción oligárquica, sienten que ven disminuida su capacidad de acción, ante el avance siempre constante en la historia, de las fuerzas populares, que pugnan por sus derechos arrebatados y su condición de vida avasallada.
Por esa razón los verdaderos enemigos, aquellos que ocultas las fachadas institucionales, como el círculo rojo, la embajada de EEUU, los intereses de los fondos de inversión, los medios hegemónicos, la justicia cooptada, ponen en marcha mecanismos de trabas y dificultades, para el ascenso de las masas populares al poder. En esa situación estamos, ante la firme posibilidad que el hecho electoral, termine con la pesadilla del neoliberalismo y neocolonialismo, que ha entregado la Patria y la vida de cientos de miles de compatriotas, en la hoguera del dios Mercado.
Ante dicha situación el pueblo comienza a reaccionar a años de repliegue, reconoce a los líderes capaces de reconstruir la memoria colectiva de la Patria Grande y del Buen Vivir, que los pueblos construyeron a lo largo de la historia, privilegiando la construcción biocéntrica del hombre y la naturaleza, por sobre la lógica neoliberal macro económica.
Pero las elecciones no serán un juego de niños ni una fiesta de cumpleaños, sino que el triunfo del campo popular, sólo se construirá sobre la base de la movilización, la organización y la lucha. No basta con la degradación política y económica del régimen para inscribir una victoria, porque el enemigo estimula dicha idea, en el convencimiento de bajar los brazos a la lucha popular, que pueda evitar desde el fraude a la proscripción.
Por esa razón generar una Épica de la Primer Vuelta en el pueblo, es apuntalar un reclamo que se expresa en cada rincón del pueblo, en el sentido del liderazgo de Cristina, con esa alegría propia de quienes se saben cerca de retomar sus vidas normales, después de años de dolor social inmenso y muerte, que generó el gobierno títere de Cambiemos, soldado menor del diseño estratégico de EEUU para América Latina. La primera vuelta garantiza el desarmado de las operaciones de inteligencia montadas, que destruyeron la institucionalidad en nuestro país.
Para generar esa épica es necesario fortalecer el peronismo filosófico, el legado de Perón en sus bases doctrinales, desde el círculo virtuoso de la economía, hasta el trabajo como organizador social pleno, con la Comunidad Organizada como herramienta de construcción del poder popular y la Tercera Posición, eje indispensable de para retornar con la frente alta, al UNASUR, expresión de la Patria Grande.
Sobre esas bases peronistas, convocando a la transversalidad, amplia y generosa que el peronismo siempre ha tenido, sintetizando otros pensamientos y construcciones, pero fortaleciendo la identidad cultural y filosófica del peronismo, serán las bases necesarias, para avanzar a una victoria, que no se proclama, se construye en cada día, desde un colectivo llamado pueblo.
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