LA SANGRE DERRAMADA, SIEMPRE ES MESTIZA, MORENA, CRIOLLA Y HUMILDE, POR LA REPRESIÓN COLONIZADORA
Por: Jorge Rachid
¿El odio es primario a la dominación o es la colonización la que necesita del odio para dominar, someter, explotar, reprimir, saquear y establecer la supremacía del opresor colonial?
“Los pueblos nunca odian, odian las oligarquías que pierden sus privilegios”, lo dijo Arturo Jauretche en la Argentina de la Década Infame, cuando las oligarquías se habían apropiado por un golpe de estado del poder, derrocando a Hipólito Irigoyen. Los ricos viajando a Europa “tirando manteca al techo”, para entretener los días del tedioso viaje junto a su vaca y su servidumbre. Lo pobres y los trabajadores sometidos al rigor explotador, por “vagos y mal entretenidos”.
La reparación social y revolucionaria del peronismo selló una alianza indestructible, que el enemigo visualiza como 70 años de decadencia de su saqueo sistemático del país, por la distribución de la riqueza, que desde entonces tiene más convidados a la mesa de todos. Es intolerable para las oligarquías que no dudan en entregarse a cualquier dueño, aun siendo perros pasibles de cualquier collar, que impida a los “negros” empoderarse.
¿Es una lucha de clases clásica, como las desarrolladas por Marx o es una etapa más primitiva y brutal, que implicó en su momento el genocidio de los pueblos originarios y ahora, la fractura social profunda que atraviesa sectores, agraviando la conciencia nacional de aquellos que luchan por la Patria, que se conciben como Pueblo inescindible de un todo, que se defiende como Movimiento Nacional y Popular?
Siempre con sangre reacciona el poder omnímodo, de los grupos concentrados de poder oligárquico aliado al poder extranjero, colonial e imperial que siempre dispuesto a fracturar y fragmentar esa América profunda, mayoritariamente indígena, morena, criolla, mestiza y humilde, que intenta reconstruir los sueños de los Padres Fundadores de la Patria Grande, San Martín, Bolívar y Artigas.
Francisco lo dijo en el Sínodo Amazónico, de nueve países, 33 millones de habitantes, 3 millones de los cuales viven en las selvas, compuesto por sacerdotes y laicos, en su inauguración, al canonizar una monja brasileña negra, al decir: “la Iglesia llegó a América a evangelizar pero terminó colonizando. Y en mi país siendo cómplice del genocidio de los pueblos originarios y partícipe de la dicotomía falsa, plantada por el poder: civilización o barbarie. Los primeros los que venían de afuera y la barbarie de quienes estaban ahí”. No lo publicó la prensa canalla y socia de la sangre derramada en nuestros pueblos.
La América profunda se levanta, los pueblos se rebelan, las represiones se multiplican, el poder imperial redobla sus esfuerzos, condiciona, extorsiona y envía a sus lacayos a la brutalidad inhumana del asesinato masivo. El encarcelamiento, el miedo y la resignación son sus armas. Las del pueblo, la calle, la valentía, la movilización, hombres y mujeres sin distinción, en Chile, en Bolivia, en Ecuador. Con Venezuela resistiendo juntos pueblo y FFAA, con el peronismo y sin sangre volviendo en nuestro país, con Lula Libre y México solidario, reconstruyendo la Patria Grande.
Siempre reprimieron y mataron, en el siglo XlX y XX, invadieron y dominaron, fragmentaron y sometieron desde EEUU a América Latina, asesinando a sus líderes y encarcelando a sus pueblos, saqueando sus riquezas como hoy el litio y el gas y el petróleo boliviano. No toleran al indio, pero tampoco al trabajador empoderado, al movimiento obrero organizado, tampoco al pobre y al indigente, es más, lo necesitan así para condicionar a los que quedan dentro de la pirámide social, disciplinarlos y entibiar sus reclamos de ascenso y pertenencia, siempre estimulados por la meritocracia y el individualismo, que lleva a la diáspora social.
Cuando esos sectores logran poder, el enemigo lo vive como una derrota y comienza a rearmarse, instala consignas que el pueblo hace propias y naturaliza, como la institucionalidad, las no reelecciones, la “prepotencia de las nacionalizaciones”, los servicios públicos deben pagarse, en definitiva inscribe la agenda colonial en las mentes urbanas como propias. Con esas excusas dividen a los pusilánimes de las masas trabajadoras y del gobierno popular, fomenta la fragmentación e incita al odio, cultivando fermento social para la destitución de los gobiernos populares.
Así funcionó y funciona el Imperio, siempre dispuesto a “colaborar”, en tanto y en cuanto sea vertebral a sus intereses estratégico, al Mercado, al lucro, al saqueo y entonces entonarán loas al gobierno entregador como hoy en Ecuador y Brasil, y antes con Macri. De ahí que el gobierno a asumir de Alberto y Cristina, necesita sin fisuras del apoyo del conjunto de las fuerzas nacionales, para fortalecer su masa crítica de lucha que esos intereses concentrados, que ya comenzaron a operar. Juntos como en la campaña, pero desde el gobierno reparando la catástrofe social del neoliberalismo, fortaleciendo políticamente al movimiento nacional y popular, le aportaremos a América Latina, el oxígeno necesario para que vuelva a respirar la Patria Grande.
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