Por: Jorge Rachid
Las palabras esconden sentidos y ninguna otra ha sido utilizada con tantas acepciones diferentes, que la palabra Libertad. Ha servido para invadir países, en nombre de “la Libertad y la Democracia”, también se la ha utilizado en la historia para la “Libertad de vientres” de las esclavas, que podían parir hijos, supuestamente en Libertad. Se la utiliza en la práctica diaria de las profesiones liberales como “la Libertad de elección”, o en las democracias como la Libertad de decisión de un país, que es el ejercicio pleno de la soberanía nacional.
“Con Libertad no temo ni ofendo” decía Artigas, mientras San Martín planteaba: “seamos Libres, lo demás no importa nada”. Mientras Bolívar expresaba: “La Libertad del Nuevo Mundo, es la esperanza del Universo”.
Como leemos, nuestros Padres Fundadores hacían de la Libertad la bandera flameante de las luchas por la Emancipación de los pueblos coloniales, lucha que costó sacrificios humanos enormes y se logró parcialmente, al ser fragmentados los países, por la codicia imperial y de sus lacayos locales, quedando la Libertad, sólo en manos de los dueños del poder.
En la Revolución industrial se instala el concepto de Libertad de los Mercados, dirigido al principio, basados en Adam Smith en la su libro “La riqueza de las naciones”, cuando se dirige al comercio, pero luego es cuando esa Libertad se torna en individualismo egoísta y se hace cultural, de acumulación de riquezas, a costa de lo que Marx llamó la plusvalía del trabajo y Perón intentó y pudo acotarla en un marco de la Comunidad Organizada con Justicia Social redistributiva, que terminó costándole el gobierno, con el golpe del 55 en nombre de la Libertad, tanto que los golpistas y asesinos le pusieron a ese episodio nefasto, “la revolución Libertadora”.
A los pocos meses de esa Revolución Fusiladora, ya en 1956, el Plan Presbich incorpora a la Argentina al FMI, que había sido rechazado por Perón, en 1951, por ser “una herramienta de dominación capitalista, para el control de los países subdesarrollados”.(dixit Perón)
Pero esa Libertad de Mercado de la etapa industrialista, se ha transformado en el neoliberalismo y neocolonialismo que hoy impera en el mundo, en una mordaza macro económica, que pretende controlar internacionalmente los países llamados periféricos, a través de endeudamientos impagables, inversiones especulativas, fugas de capitales, manejo y asaltos de empresas líderes por manejos de la Bolsa de Valores y provocando crisis, generando caos, del cual los sectores financieros salen favorecidos, como hemos visto los bancos, en cada crisis mundial.
Esas crisis la sufren los pueblos, que son esclavos de conductas económicas que además de ser hambreados, excluidos y desocupados, se les va naturalizando esa situación, con expresiones cotidianas como cerrar el déficit fiscal, las obligaciones hay que cumplirlas, el riesgo país, el valor de la moneda local y el dólar, la inflación y las demás variables económicas que aparecen en las pantallas, intentando explicar que todo puede ir bien, si esas cuestiones se acomodan, aunque el pueblo sufra los embates de la pobreza, la miseria y la exclusión social.
El hombre real queda reducido a su mínima expresión de objeto, mientras que el hombre abstracto, invisible, lleno de “verdades”, aparece en los medios de comunicación pontificando, pero que son actores de parte del sector financiero.
Es que la falsedad que implica la Libertad de los Mercados se explica sencillamente: crisis con devaluación, caída de las bolsas, empresas que quiebran, fondos buitres que se las quedan a bajo precio y desnacionalizan las economías de los países, vaciándolos. Negocio financiero redondo.
EEUU ha utilizado el método de agitar la corrupción de los países latinoamericanos para desplazar y desnacionalizar empresas y economías. Obredech y Petrobras en Brasil, Techint en Argentina y la denuncia de los Panamá Pappers para repatriar los fondos a sus propios paraísos fiscales como Delaware o Texas, en ese país imperial, lo demuestran. Caen con toda su furia imperial, sobre los recursos naturales de Latinoamérica, en especial aquellos países que se atreven a defenderlos con políticas “populistas”, denigradas por el Mercado.
UNASUR y CELAC fueron las máximas expresiones de este enfrentamiento con la ortodoxia macro económica y los pueblos respiraron 20 años, pero esas políticas heterodoxas afectaron gravemente los intereses de EEUU, que en forma veloz instrumentó la reacción, en un diseño estratégico que se viene desarrollando hace 15 años, de avasallamiento golpista sobre nuestros países, en su intento de recolonización.
Ese es nuestro escenario hoy, con experiencias cercanas como Bolivia y Brasil, pero también con el triunfo de AMLO en México, mientras los pueblos de Colombia, Chile y Ecuador se rebelan ante la dominación neoliberal de sus gobiernos, atados a Washington y su herramienta: la OEA junto al Grupo de Lima, creado para invadir Venezuela, con tropas cipayas, en nombre de la Libertad de Mercado.
Nuestro gobierno nacional y popular ha planteado: “primero los de abajo”, parafraseando a Artigas en 1813, en el Congreso de Oriente: “los más infelices, serán los más favorecidos”.
Ese camino y la recuperación de la soberanía nacional en las decisiones políticas en el ámbito internacional, nos dará sin dudas un tiempo de luchas y sacrificios, como lo hicieron los trabajadores a lo largo de la historia, hasta que confluyeron en un Perón, como lo hizo el pueblo argentino frente a las dictaduras, superando el dolor de los muertos y desaparecidos, aguantando las traiciones en su nombre y confluyendo hacia esta recuperación de las riendas del gobierno, que debe enfrentar la Libertad del Mercado, con firmeza, para liberar a un pueblo que ha sido esclavizado y rehén de los dueños del poder.
No será fácil, pero tampoco imposible si el conjunto del pueblo logra vencer las verdades mentirosas de un enemigo, que intentó borrar la historia, quebrar la identidad nacional y destrozar la conciencia nacional. Para vencer será necesario, apuntalar al gobierno, organizarse, movilizando y ganando la calle para enfrentar los intentos destituyentes en marcha, que el enemigo intenta.
PRIMERO LA PATRIA
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