HERRAMIENTAS DEL ENEMIGO PARA CAMBIAR EL ESCENARIO DE DERROTA
Por: Jorge Rachid
En 1973, ante la fuerza arrolladora de la recuperación de la democracia y el retorno de Perón, después de una larga noche de 18 años, de proscripciones, fusilamientos, bombardeos, encarcelamientos y exilios, el enemigo en retirada, planificaba su retorno al poder, en un plan estratégico de desestabilización política y económica.
Así comenzaron a crear las condiciones de la división del campo popular, propiciando el enfrentamiento entre el sindicalismo y las juventudes, alentando además las movilizaciones y ocupaciones de instituciones, como forma de posicionarse en un gobierno emergente. Pero también boicotearon el Pacto Social de Perón y Gelbard, base de estabilización de la economía. También derrotaron el Plan Nacional de Salud de Liotta, verdadero desafío federal carrillista.
Sabían desde las filas enemigas, que Perón se moría y que la sucesora no tendría otra capacidad que volcarse a una sucesión de presiones combinadas de los factores del poder, acompañados por los militares, que culminaron con el Proceso genocida de 1976.
Hoy ante la certeza de la voluntad popular expresada, el poder económico, mediático y judicial reacomoda sus fichas, poniendo a su servicio al aparato del estado, desde los servicios de informaciones a las maniobras del Banco Central, desde los medios hegemónicos a los empresarios que ganaron en el proceso neoliberal, que se derrumba.
Crear condiciones de confusión, incertidumbre, si es posible caos, es su objetivo en una primera etapa, para intentar modificar el escenario de derrota que ha golpeado al establishment. En un escenario de desorden social y económico, el poder real, no el gobierno, recupera centralidad en la ejecución de la política, aun sacrificando al presidente lacayo, para preservar sus negocios a futuro. En esa apuesta estratégica, el poder real del círculo rojo y la Embajada de EEU U, tienen la capacidad de recuperar agenda propia.
En el menú preparado, pueden realizar maniobras, como las que han realizado en otros países de América latina, a la cual han decidido alambrar para sus intereses hegemónicos, que van desde el magnicidio al descabezamiento del gobierno a los fines de crear un gobierno de transición y condicionar las elecciones próximas.
Así desde lo institucional o desde acciones financieras, el poder real intenta retener el poder, aunque pierda el gobierno, en una maniobra de camuflarse en una etapa de derrota política, desapareciendo, pero estando en el comando de la operación.
Por estas razones el Movimiento Nacional y Popular, vertebrado desde el peronismo como una operación brillante, que llevó al presente de avance político, debe conocer las maniobras para evitar prestarse esos intentos, que sobrevolarán a la Argentina de los próximos meses.
El peronismo, valla impasable por el imperio desde hace 70 años, debe valorar una conducción estratégica, en tiempos y espacios, surgidos de esta batalla lograda, respetando sus límites y negociaciones, en un mundo, que como en 1973, no es favorable a la culminación de procesos nacionales y populares, que el enemigo puede llegar a tolerar, pero nunca dejar de combatir y condicionar, por todos los medios, junto a sus lacayos locales.
Entonces la frase de Perón “alertas y vigilantes” resuena como una advertencia más, como la realizada en el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, su testamento político del 1° de mayo de 1974, sesenta días antes de morir.
Resignificar las experiencias es adquirir sabiduría, para enfrentar a un enemigo que seguirá siendo poderoso y sólo se lo vencerá, además de los votos, con el compromiso y la organización popular de la Comunidad Organizada, garantía de dar ordenadamente, todas las batallas por venir, antes y después del hecho electoral.
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