De la Zoncera de la Alternancia y otras hierbas...
Por: Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular
Mientras los legisladores nacionales debaten la posición de nuestro país frente al golpe de Estado acontecido en Bolivia -y aprovechando la jaurecheana fecha de hoy-, nos permitimos entrar al escenario a cuchillo, cadena y faca -por si acaso, vio?- a intentar desterrar una zoncera que al parecer prevalece en la verborragia de los partidos "democráticos" (entiéndase por democráticos, "coloniales"; toda vez que éstos entienden por "anti-democrático" todo aquello que beneficie al país y viceversa).
Claro está, como toda zoncera, ésta no presenta fundamento alguno. Tanto es así, que si presta un poco de atención, hasta da un poco de vergüenza ajena escucharla en voz alta.
Nos referimos aquí a la "Zoncera de la Alternancia".
Vieja.... vieja y apolillada. Más siempre está a mano -como el viejo cucharón de madera heredado de la abuela; ennegrecido por el tiempo y con ostensibles astillas, pero a falta de un utensilio mejor, todavía sirve para revolver la sopa- a la hora de señalar "los excesos del populismo".
Basta con escuchar la retórica de la centenaria Unión Cívica Radical y otros jóvenes partidos choznos del viejo Partido Unitario para entender la cuestión. La cosa sería más o menos así: "Es cierto, hubo un Golpe de Estado en Bolivia. Dicho esto, es importante destacar cómo la tendencia de los líderes populistas por entronizarse en el poder provoca crisis de tales características".
Se señala así como la necesidad "incontrolable" de los líderes populares por ser reelectos indefinidamente "horadan las democracias", toda vez que éstos efectivamente "son reelectos" y así "lesionan las posibilidades de las otras fuerzas de llegar al poder". ¿Tan simple así? Tan simple como eso. Surge entonces la "Zoncera la Alternancia", según la cual todo sistema realmente democrático puede caracterizarse como tal si (y sólo sí) le otorga iguales posibilidades a todos los individuos de alcanzar el rango presidencial. ¡Muy bien! Resulta entonces -vamos desenfundando el filo- que los sistemas democráticos deben estructurarse, primero, en función de los intereses de las clases políticas vernáculas, diría un mal pensado, "¡por encima de los intereses de la Nación!".
La libertad, entonces, es la libertad del candidato equis de poder llegar a ser electo. El problema de esta adorable teoría surge cuando para ser electo, el "candidato X" requiere extirpar de la contienda electoral al "candidato Y", ya que éste fácilmente podría ganarle y así impedirle ser electo. De esta manera, la mera postulación del "candidato Y" es "anti-democrática" por defecto.
Esta última aseveración llega al nudo de la cuestión. Ya que toda zoncera tiene un "leitmotiv", la Zoncera de la Alternancia no es la excepción. Para explicarlo, tomaremos los conceptos vertidos el día de hoy por la Diputada tucumana Beatriz Luisa Ávila (Partido por la Justicia Social), ya que nadie mejor que el Zonzo podrá expresar el espíritu de su zoncera, en tanto cree en ella celosamente, como una verdad sagrada de las santas escrituras:
"Democracia no solamente es elecciones a través del voto popular; es saber respetar la alternancia de poder; es saber respetar la división de poderes; es saber respetar las constituciones y las leyes nacionales. (...) El intento de perpetuarse en el poder, en la presidencia, forjando la ilegalidad que le impedía (a Evo Morales) ser candidato, acabó con su gobierno de la peor manera. Y generó un profundo malestar social y político que lo vemos hoy en las calles. "
Como el resto de las y los zonzos, la Señora Ávila terminó votando por catalogar al Golpe de Estado en Bolivia como "Golpe de Estado". Más no perdió oportunidad de insinuar que las tendencias de los populistas de pretender "perpetuarse en el poder" son las verdaderas causantes de estos procesos destituyentes.
Más allá de la deficiente retórica de la susodicha, la legisladora tucumana delineó hábilmente las formas de la zoncera que nos atañe. De lo que se trata, entonces, es de impedir, mediante mecanismos institucionales -si es posible; sino, por los otros- la "reelección indefinida" de ciertos hombres y mujeres que, por su apreciable representación social, les basta con presentarse para ser electos. Claro está: de lo que este circo criollo montado por las fuerzas "republicanas" del parlamento argentino no se han hecho eco es del daño inconmensurable que este tipo de sistemas electorales prohibitivos le generan tanto a las comunidades nacionales como a las naciones mismas, sobre todo en países semicoloniales donde el sistema de partidos políticos está fuertemente atravesado por los intereses de las grandes potencias imperialistas, las oligarquías vernáculas y el gran Capital Trasnacional. ¿O acaso es de "alta intensidad" una democracia en donde el Pueblo es cuartado de votar al candidato que le plazca? ¿No es acaso la "Democracia" el sistema que posibilita a las comunidades la libre elección de sus representantes? De ser así: ¿es acaso lícito impedir limitar la posibilidad del Pueblo a la libre elección de sus líderes naturales si así lo desea? De ser así, considerando el artículo 22° de nuestra constitución, el cual reza que "El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes, la prohibición de la reelección de los líderes naturales de un pueblo no significa otra cosa que la exclusión de la comunidad de las grandes decisiones que atañen a la nación. Al limitar al líder en su posibilidad de ser reelecto, se limita en verdad a las masas que en éste se representan.
Claro, para los amantes de la Democracia Liberal no hay nada superior a "su Democracia". En cambio, para los hombres, mujeres y diversidades que persiguen las grandes causas populares, no hay nada superior que la Nación misma, entendida ésta como el Pueblo en su conjunto. De tal manera, limitar la posibilidad de la continuidad de un líder popular al frente de un proceso de transformación por la simple razón de que la Democracia debe posibilitar la "alternancia en el poder" resulta poco más que ridícula cuando de lo que se trata es de pensar lo que más le sirve a la Comunidad para crecer. Es como si en el mundial del 86', el Director Técnico hubiera pedido a Maradona que dejara hacer algunos goles para los demás en pos de "democratizar la pelota". En este caso, como en los destinos de la Nación, se deben establecer los objetivos estratégicos: si el objetivo en un partido es ganar, se designará a los jugadores más capaces durante todo el campeonato; si por el contrario, el objetivo es dejar contentos a todos, se le permitirá a cada uno su minuto de gloria, sin importar poner en riesgo el desempeño de la selección en el evento.
Los exegetas de la "república" conciben a la Democracia como un fin en sí mismo, y no como una herramienta de las naciones para el pleno desarrollo de su comunidad y los individuos que la componen. Así, la Democracia se atrofia. Sin "Demos", la Democracia no es más que un conjunto de normas que estructuran el funcionamiento institucional de nuestros países. La Democracia es, y sólo es, con el concurso de las grandes mayorías nacionales en las grandes discusiones que atañen a la Nación. La intervención de los partidos "democráticos" en la Sesión Espacial del 13 de noviembre en el Congreso se orientó a señalar la culpabilidad de Evo Morales en el golpe artero que ha reprimido a cientos de bolivianos y bolivianas. De hecho, no ha faltado en más de una ocasión la disimulada necesidad de señalar al peronismo como el gran culpable de los golpes del 55' y del 76'.
Decía Don Arturo Jauretche en su Manual de Zonceras que la fortaleza de éstas "no está en el arte de la argumentación. Simplemente excluyen la argumentación actuando dogmáticamente mediante un axioma introducido en la inteligencia —que sirve de premisa— y su eficacia no depende, por lo tanto, de la habilidad en la discusión como de que no haya discusión. Porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera —como se ha dicho— deja de ser zonzo".
Denunciar abiertamente a la "alternancia" como una zoncera será un acto patriótico de las argentinas y argentinos de bien de cara a los tiempos que se vienen. Nadie -en verdad nadie- puede seguir cayendo en la trampa cantada de creer en tamaña patraña, cuyo único fin es excluir al Pueblo del gobierno en beneficio de los que siempre gobernaron para el extranjero.
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