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Eva Pueblo y La Ancianidad

Actualizado: 8 mar 2019

Por Hugo Osvaldo García

Amada y odiada con singular pasión. Evita, no fue en vida menemista, duhaldista, ni kirchnerista. Evita, Eva Pueblo, fue el corazón y el alma del peronismo.


Un 10 de diciembre se casaba Juan Perón y María Eva Duarte. Matrimonio que fue como la llave a la cerradura o como dicen los científicos el sustrato a la enzima. Un acople perfecto.

Volcar datos históricos y biográficos por casi todos conocidos no aporta nada nuevo. Sin embargo los otros, el enemigo,- no los nuestros- han querido hacer de su figura e imagen un producto “for export” adocenándola a esas rebeldías permitidas por los pobres poderosos de siempre. Pobres porque viven resentidos y poderosos porque detentan el poder económico a expensas de muchos hambreados.


Algunos, todos bajo el mismo hilo conductor de la mansedumbre, la quieren retener y limitar, sin inocencia alguna, en su contexto de ayuda social quitándole la importancia política que tuvo, tiene y casi con seguridad tendrá en las generaciones por venir. No es casual, para nada casual. Han querido anularla en su profundo e indómito sentido revolucionario de justicia, de dignidad, de mujer ardiente por la igualdad de los desposeídos ante los que detentaban el poder. Su compromiso fue su vida, la cual dio, sin esperar nada a cambio del amor por su Pueblo.


María Eva Duarte – Evita- trasciende al momento histórico que le tocó vivir y se desparrama entre los buscadores de justicia – los justicialistas y no justicialistas- como la llama votiva que mantiene incólume la búsqueda de una Patria pujante con un pueblo feliz.

Del odio, resentimiento y violaciones de los mercaderes sobre su cuerpo yermo y exánime; de las diatribas más espantosas que se recuerde sobre una persona surge como Ave Fénix su figura, su recuerdo, su ejemplo.


Evita, Eva Pueblo, no fue en vida Menemista, Duhaldista, Kirchnerista. Evita, Eva Pueblo fue el corazón y el alma del peronismo.

Hoy también los eternos oportunistas de negocios propios a expensas de los indigentes y necesitados pretenden separar – hipócrita y falsamente-, a Evita de Perón. Son “evitistas” porque se aferran al lucro personal que les reditúa exhibir la imagen de Eva en vez de defender y trabajar por quienes dicen representar y niegan a Perón porque en el fondo son antiperonistas disfrazados. Son los que Evitan el Movimiento. Los conocemos.


Es agosto del año 1948. 70 años atrás. Siglo pasado Eva Perón proclama los Derechos de la Ancianidad, recientemente redactado. Fiel a su costumbre de respaldar sus palabras con acciones concretas. Confía en incluir estos derechos en una nueva Constitución Nacional y que, “expuestos ante las naciones del mundo, sirvan de inspiración, movilicen las conciencias y puedan un día llegar como bendición sobre las cabezas blancas de todos los ancianos desvalidos de la tierra”. No se vio defraudada. Estos derechos fueron incluidos en la Constitución de 1949, y poco después, en asamblea especial de las Naciones Unidas, 56 países expresaron su admiración por la generosidad y sabiduría de su articulado. Muchos de ellos luego la adoptaron como legislación de fondo en sus propias naciones



DECÁLOGO DE LA ANCIANIDAD 1.- Derecho a la Asistencia: Todo anciano tiene derecho a su protección integral por cuenta y cargo de su familia. En caso de desamparo, corresponde al Estado proveer a dicha protección, ya sea en forma directa o por intermedio de los institutos o fundaciones creados, o que se crearen, con ese fin, sin perjuicio de subrogación del Estado o de dichos institutos para demandar a los familiares remisos y solventes los aportes correspondientes.

2.- Derecho a la Vivienda: El derecho a un albergue higiénico con un mínimo de comodidades hogareñas es inherente a la condición humana. 3.- Derecho a la Alimentación: La alimentación sana y adecuada a la edad y estado físico de cada uno debe ser contemplada en forma particular.

4.- Derecho al Vestido: El vestido decoroso y apropiado al clima complementa el derecho anterior.

5.- Derecho al Cuidado de la Salud Física: El cuidado de la salud física de los ancianos ha de ser preocupación especialísima y permanente.

6.- Derecho al Cuidado de la Salud Moral: Debe asegurarse el libre ejercicio de las expansiones espirituales, concordes con la moral y el culto.

7.- Derecho al Esparcimiento: Ha de reconocerse a la ancianidad el derecho de gozar mesuradamente de un mínimo de entretenimientos para que pueda sobrellevar con satisfacción sus horas de espera.

8.- Derecho al Trabajo: Cuando su estado y condiciones lo permitan, la ocupación por medio de la laborterapia productiva ha de ser facilitada. Se evitará así la disminución de la personalidad.

9.- Derecho a la Expansión: Gozar de tranquilidad, libre de angustias y preocupaciones en los últimos años de existencia, es patrimonio del anciano.

10.- Derecho al Respeto: La ancianidad tiene derecho al respeto y consideración de sus semejantes.



Con el Golpe Cívico-Militar de 1955 cae el Gobierno democrático, se deroga esta Constitución de 1949 y la dictadura impone la del año 1853.

Con la simple lectura de estos enunciados, este decálogo , vemos que lejos estamos del cumplimiento de estos derechos que, avasallados todos y cada uno, hoy se agravan con los cambios hacia la baja de las jubilaciones, el desguace del Plan de Atención Médica Integral, el cercenamiento de las prestaciones farmacéuticas y el empobrecimiento diario de los ancianos hasta límites insostenibles desde el plano humano más básico Hoy los ancianos son victimas de un genocidio silencioso y persistente que busca exterminar a la mal llamada clase pasiva para concentrar en pocas manos los dineros de la Seguridad Social que son dineros de todos nosotros. Les daremos batalla.


La excelsa poeta, artista y maestra de generaciones, María Elena Walsh, ya desaparecida escribió un relato para nosotros que es la manera más noble para recordar a una mujer símbolo que no ha muerto porque vive en los corazones y las almas de millones de argentinos.


“Calle Florida, túnel de flores podridas. Y el pobrerío se quedó sin madre llorando entre faroles sin crespones. Llorando en cueros, para siempre, solos. Sombríos machos de corbata negra sufrían rencorosos por decreto y el órgano por Radio del Estado hizo durar a Dios un mes o dos. Buenos Aires de niebla y de silencio. El Barrio Norte tras las celosías encargaba a París rayos de sol. La cola interminable para verla y los que maldecían por si acaso no vayan esos cabecitas negras a bienaventurar a una cualquiera. Flores podridas para Cleopatra. Y los grasitas con el corazón rajado, rajado en serio. Huérfanos. Silencio. Calles de invierno donde nadie pregona El Líder, Democracia, La Razón. Y Antonio Tormo calla “amémonos”. Un vendaval de luto obligatorio. Escarapelas con coágulos negros. El siglo nunca vio muerte más muerte. Pobrecitos rubíes, esmeraldas, visones ofrendados por el pueblo, sandalias de oro, sedas virreinales, vacías, arrumbadas en la noche. Y el odio entre paréntesis, rumiando venganza en sótanos y con picana.


Y el amor y el dolor que eran de veras gimiendo en el cordón de la vereda. Lágrimas enjuagadas con harapos, Madrecita de los Desamparados. Silencio, que hasta el tango se murió. Orden de arriba y lágrimas de abajo. En plena juventud. No somos nada. No somos nada más que un gran castigo. Se pintó la República de negro mientras te maquillaban y enlodaban. En los altares populares, santa. Hiena de hielo para los gorilas pero eso sí, solísima en la muerte. Y el pueblo que lloraba para siempre sin prever tu atroz peregrinaje. Con mis ojos la vi, no me vendieron esta leyenda, ni me la robaron. Días de julio del 52¿Qué importa dónde estaba yo?


No descanses en paz, alza los brazos, no para el día del renunciamiento sino para juntarte a las mujeres con tu bandera redentora lavada en pólvora, resucitando. No sé quién fuiste, pero te jugaste. Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo, metiste a las mujeres en la historia de prepo, arrebatando los micrófonos, repartiendo venganzas y limosnas. Bruta como un diamante en un chiquero ¿Quién va a tirarte la última piedra? Quizás un día nos juntemos para invocar tu insólito coraje. Todas, las contreras, las idólatras, las madres incesantes, las rameras, las que te amaron, las que te maldijeron, las que obedientes tiran hijos a la basura de la guerra, todas las que ahora en el mundo fraternizan sublevándose contra la aniquilación. Cuando los buitres te dejen tranquila y huyas de las estampas y el ultraje empezaremos a saber quién fuiste. Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva, única reina que tuvimos, loca que arrebató el poder a los soldados. Cuando juntas las reas y las monjas y las violadas en los teleteatros y las que callan pero no consienten arrebatemos la liberación para no naufragar en espejitos ni bañarnos para los ejecutivos. Cuando hagamos escándalo y justicia el tiempo habrá pasado en limpio tu prepotencia y tu martirio, hermana. Tener agallas, como vos tuviste fanática, leal, desenfrenada en el candor de la beneficencia pero la única que se dio el lujo de coronarse por los sumergidos. Agallas para hacer de nuevo el mundo. Tener agallas para gritar basta aunque nos amordacen con cañones”.

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