Por: Jorge Rachid
El término Patria deviene de padre enterrado, memoria viva, transmisión oral, identidad cultural, historia común, de ahí que Patriotismo nunca puede ser una palabra desaparecida, como no lo fue para nuestros Padres Fundadores la expresión Liberación Nacional.
Es que el colonialismo, cultural y económico pretende justamente en sus objetivos, eliminar esos conceptos bajo las premisas de globalización y modernidad y en caso de no lograrlo por métodos pacíficos, recurrir a la violencia en nombre de “la democracia y la libertad”.
Así se construyó en el mundo el llamado “occidente cristiano”, a sangre y fuego fueron cooptando los imperios países y pueblos tan disímiles como Japón o Israel. Ese llamado occidente cristiano, es el que colonizó África, América Latina, Asia y parte de Europa. Países imperiales tan avanzados como España o Inglaterra o Francia aún poseen enclaves coloniales en pleno siglo XXl.
En América latina el patriotismo es de la Patria Grande, como lo demostró la guerra de Malvinas en su momento, que más allá de sus gestores, puso al continente, sin distinción al lado nuestro, excepto EEUU y Canadá y sus pocos aliados del momento, como Chile. Pero para Europa, ese occidente cristiano democrático y liberal, las islas son “de ellos”, es decir la Unión Europea, bloque al que los medios hegemónicos y no pocos políticos, consideran ejemplo de democracia y valores.
Entonces es cuando como argentinos y latinoamericanos debemos pensar de dónde venimos, si nuestra identidad cultural se emparenta con los genocidios realizados en nombre de la civilización y la Cruz o si por lo contrario se enlaza con ese sincretismo de subjetividades de los pueblos originarios, los negros, los zambos, los mulatos, los criollos y los inmigrantes de todos los lares que se integraron a nuestros valores.
“No ahorre sangre de criollos, que sólo sirven para abonar la tierra” decía Sarmiento a Mitre que cumplió y sus descendientes siguieron sacrificando compatriotas y alentando crímenes desde la Campaña de Roca a los Talleres Vasena, desde la Patagonia Trágica a los quebrachales de Villa Guillermina, desde los golpes del estado a los bombardeos de Plaza de Mayo, desde los Fusilamientos del 56 a los desaparecidos del 76, en una zaga criminal persistente, basada en la historia oficial sesgada escrita por el fundador de la “Tribuna de doctrina”, el diario La Nación.
Como alertaba Jauretche, si un argentino transita un momento de dudas, con leer ese diario y actuar en contrario, se para del lado del patriotismo. Hoy la Patria necesita de esa convicción profunda, porque está en peligro de ser recolonizada y solo el pueblo puede salvarla, como en cada hito histórico en que estuvo en juego.
Inglaterra en el siglo XlX endeudó a través de Rivadavia por un siglo la Argentina, además lo hizo socio de la Minning Co, la minera que pretendía explotar Famatina en La Rioja. Facundo lo impidió, pero siguieron con el Pacto Roca Ruciman, con la apropiación de tierra por el ferrocarril y diseñando un país a su medida para la expoliación de sus recursos. La red ferroviaria lo certifica. Hoy los mismos intereses se abaten sobre nuestro país.
El siglo XX cambió el collar pero pretendieron que sigamos siendo perros, hasta que Irigoyen primero y Perón después pusieron límites soberanos al saqueo. El siglo XXl más feroz aún en el ataque a nuestros recursos, economía y cultura, la incipiente democracia fue doblegada a través de múltiples instrumentos, desde el FMI hasta las campañas mediáticas de llamados a la globalización y al mundo. En el siglo XXl fue el peronismo nuevamente quien a través de Néstor y Cristina en doce años reconstruimos el país y la calidad de vida del pueblo, que no pudo ser culminada, ante el ataque permanente de los Fondos de Inversión, los medios, la Embajada de EEUU y los jueces cómplices del colonialismo en marcha.
Entonces este llamado al Patriotismo es sinónimo de lucha por nuestra identidad y la de los hermanos latinoamericanos que hoy resisten estas agresiones neoliberales y neocoloniales, que sólo se pueden dar venciendo con inteligencia, frente a la asimetría de medios para combatir. Esa asimetría se suple con militancia cotidiana, organización popular y batalla cultural permanente, enarbolando la Patria como patrimonio de la Casa Común.
