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Editorial | Más Zonceras

Por: Editorial LNP


Explicaba el historiador José María Rosa en derredor del aparato cultural mitrista:


"Los hijos del Martin Fierro y del Sargento Cruz serían educados en las escuelas de Sarmiento a despreciar a sus padres por bandoleros, buscando el perdón de su pecado original amoldándose mansamente a los dueños del cepo, los contingentes y la partida. (...) Allí, con frases capciosas, sus virtudes fueron tergiversadas en vicios; su valor, en compadrada; su estoicismo, en insensibilidad; su altivez, en cerrilidad. Ya no fueron un problema político, solamente de policía y de cárceles."

¿Qué familiar resulta, verdad?


En los últimos tres años y medio, la Argentina fue devastada. El método empleado por el gobierno para obrar en función de los intereses espurios de la Oligarquía Nativa y el gran Capital Transnacional ha sido la falsificación deliberada del pasado Reciente.


Bajo el influjo de los grandes medios oficiales -públicos y privados-, el Pueblo argentino aprendería que todo lo que tuvo en los 12 años y medio de gobierno popular fue un "exceso", que vivía "por encima de sus posibilidades", que los precios que pagaba por los servicios "no era real". Por el contrario, el infernal costo de vida actual sería llamado "sinceramiento", en tanto todo lo anterior sería señalado como una gran "mentira", una "ilusión" gestada por el "populismo" en su afán de "preservar el poder".


De los males que aquejan al país, seria el Argentino el culpable. Bajo el mote de "viveza criolla", los valores (o, más bien, defectos) más nefastos le fueron adjudicados al Pueblo que supo salir del ostracismo en que las políticas neoliberales lo habían sumido. Según la retórica oficial, la pereza y el ventajismo argentino sería el gran mal que aqueja a la Nación. Vale aclarar: el problema de la Argentina es su Pueblo. De tal manera, la ciudadanía sería invitada por tres largos y tormentosos años a “aguantar”, a padecer toda clase de desgracias -las mismas, consecuencia de los excesos a los que estábamos acostumbrados- en pos de un futuro “bien estar” que jamás llegará.


Así las cosas, una inconmensurable serie de zonceras aparecieron para explicar las causas del infortunio argentino.


Cabe aquí recordar las palabras del pensador nacional Arturo Jauretche en derredor del tema. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “zonceras”? Postulaba Jauretche que las zonceras son “principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia —y en dosis para adultos— con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido. Hay zonceras políticas, históricas, geográficas, económicas, culturales, la mar en coche. Algunas son recientes, pero las más tienen raíz lejana y generalmente un prócer que las respalda. (...) Basta detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte obvia, pero ocurre que lo obvio pasé con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo."


Uno de los puntales, “zoncera madre” del período liberal oligárquico, ha sido la llamada “Pesada Herencia”, por medio de la cual se intentará justificar -con éxito relativo- las mayores atrocidades cometidas por la actual gestión. A partir de esta “Zoncera Madre”, se dirá que la “crisis energética” se produjo por “pagar tarifas baratas”; el problema de la desocupación, por los “privilegios excesivos” de la Clase Trabajadora; el cierre de miles de PyMEs, por la “incapacidad” de sus dueños de competir en el mercado; el aumento de la pobreza, por el incremento de la “taza de nacimientos”. En paralelo, se ha afirmado que la felicidad expresa en 12 años de crecimiento económico y desarrollo industrial sin sacrificio del Pueblo ha sido un “atajo” para alcanzar dichas metas. Una larga lista de zonceras económicas, sociales, históricas, geopolíticas, etc. se han repetido hasta el hartazgo sin siquiera reparar en los fundamentos de las mismas. Y claro, como decía Don Arturo: “No somos zonzos; nos hacen zonzos”.


En tal sentido, la campaña electoral del presidente Macri, lejos de poder mostrar resultados efectivos en su gestión, se orienta exclusivamente a mostrar obras cloacales, de asfalto y rutas con motivo de demostrar “cuanto se puede hacer cuando la inversión pública nos se va por la canaleta de la corrupción”. Nada más falso. Los propios índices del gobierno demuestran que tanto la producción como la construcción han caído en picada durante estos años. Sin embargo, la intención expresa del presidente al intentar tapar el sufrimiento de millones con “obra pública” no puede ser mas despreciable. En recientes entrevistas, tanto el Macri como la actual gobernadora de PBA, María Eugenia Vidal, han menospreciado el hambre de los niños y niñas de la provincia alegando que a pesar de ello, estos “ya no van más a la escuela por camino de barro” y hasta “pueden usar zapatillas blancas”.


Bajo la excusa de “hacer la Europa en América”, el gobierno de Bernardino Rivadavia contrajo el primer empréstito que superaría a la Nación a la dependencia con la Corona Británica. Así, las provincias del interior serían presas de una miseria mayor que la padecida en tiempos de la Colonia mientras la opulenta Ciudad de Buenos Aires se robustecía de privilegios. Lo curioso es que aún así, la inmensa mayoría de las obras injustamente reservadas al privilegio de la Ciudad Puerto no fueron concretadas. Hoy, la historia se repite.


Las zonceras esgrimidas por el gobierno para sostener su imagen a pesar del ajuste, la entrega y prebenda del patrimonio nacional, han carecido de fundamento alguno. Su obstinado orgullo y su prepotencia ilimitada les han impedido observar como aquella endeble construcción comunicacional comenzó lentamente a desmoronarse ante una cruda realidad que resulta indisimulable.


La política comunicacional de la gestión macrista se orientó a formar en la corteza de la conciencia argentina un sentido de “culpa ante el goce”: todo aquello que hemos disfrutado durante la última década fue producto de la connivencia entre la corrupción peronista y una nación que lo permitía -en tanto permitió su reelección durante 12 años- por obtener concesiones -salario digno, inflación estable, tarifas baratas, etc.- El goce de una vida digna, de un país en franco desarrollo y de un Pueblo feliz es “pecado original” del que la Alianza Cambiemos nos vendría a redimir, mostrando a la población, bajo frases capciosas como “debemos aprender a vivir en la incertidumbre” (E. Bullrich) o “debemos madurar como sociedad y no vivir por encima de nuestras posibilidades” (M. Macri), que sólo la tolerancia a las “necesarias” políticas de ajuste (sufrimiento) podrá redimirla de sus pecados. Tal como señala J. M. Rosa en la cita inicial, de lo que se trata es de inculcar en el Pueblo la “culpa de los pecadores”, no en términos religiosos, sino sociales.


A la luz de la historia, el Pueblo organizado ha demostrado que tal retórica resulta estéril para convertirse en Sentido Común, al menos en la masa trabajadora. El límite de la zoncera sigue siendo la realidad. El clima electoral pareciera reafirmar los conceptos vertidos. En pocos días tendremos una fotografía mas clara.

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