LA PRIORIDAD ABSOLUTA DE LA POLÍTICA, DEBE SER LA CATÁSTROFE DEL DOLOR SOCIAL DEL PUEBLO
Por: Jorge Rachid
La catarata de información macro económica, los términos ilegibles por el pueblo del riesgo país, los encajes bancarios, los giros al exterior, las operaciones a futuro, el déficit fiscal, el valor del dólar entre otras lluvias de pasquines y comentaristas afásicos, impiden ver una realidad trágica: la del hambre y la desesperación de la familia argentina.
Un grito destemplado inaudible para los medios de comunicación cómplices, un desgarrador panorama de dolor y muerte tapizan la geografía argentina, mientras algunos intentan explicar racionalmente, un hecho que su sola visión conmueve profundamente. Sin embargo haber promovido el desprecio social al prójimo, además de romper los proyectos de vida de miles de argentinos, no mueve el amperímetro de la política oficial.
La alfombras del poder se llenan de empresarios reclamantes, de poderosos intereses que durante años se posicionaron desde la ruleta rusa financiera, que ahora quieren ser compensados por la crisis, están primero en la fila, tienen el acceso al gobierno, que los pobres, desposeídos, humildes y personas en situación extrema, son ocultados, aún más, humillados y denigrados, por los incluidos en un racismo cultural que alarma y duele.
Entonces los esfuerzos “económicos” son para salvar “la primera clase del Titanic”, hasta ahí, dice el gobierno alcanzan los botes, el resto deberá nadar aunque agotados no puedan llegar a la orilla. Ya sucedió en la Argentina y en otros lugares del mundo, el capital financiero salvó a los bancos y despreció a los seres humanos, remató las casas pero no actuó sobre la fuga de capitales del país saqueado, nacionalizó la deuda privada pero para hacerlo recortó jubilaciones y salarios. Es el modelo de muerte neoliberal del capitalismo salvaje, denunciado por Francisco.
Para el peronismo y el movimiento nacional patriótico, el pueblo argentino es prioridad absoluta, sus necesidades inmediatas deben ser satisfechas después de cuatro años de dolor y pesadillas diarias, de pérdidas personales y familiares, sociales y comunitarias.
Quisieron llevarnos a la diáspora social, a la atomización individualista del pueblo y a la fragmentación del país, pero la conciencia identitaria cultural argentina, solidaria y de destino común, prevaleció.
Será necesario en forma urgente reparar el hambre de 5 millones de argentinos, sacar de la pobreza al 50% de los chicos pobres y mandarlos a la escuela, dar respuesta a los jubilados, crear trabajo y operar créditos a tasas subsidiadas a las familias endeudadas y a las pymes, generadoras de empleo. Esa revolución no depende de factores externos, ni de dólares, se financia en pesos argentinos que generamos nosotros, en especial cuando recreamos el círculo virtuoso de la economía y recuperamos el trabajo como ordenador social, frente a ese llamado dios Mercado que opera como Lucifer, destrozando países, avasallando pueblos, creando dolor y muerte.
Ir en esa dirección necesitará un largo esfuerzo de reparación nacional, que sólo será consolidado en el tiempo con organización política en el marco de la Comunidad Organizada, con proyecto estratégico de Patria Grande, como nos marcó Perón en su testamento político: Modelo argentino para un Proyecto Nacional y Cristina en su libro al desarrollar la política internacional como forma de interpretación clave en el manejo de tiempo y espacios, en la construcción de la política. Hacia ese desafío vamos los argentinos, no será un paseo dominguero, sino un camino arduo de lucha, reconstrucción y compromiso.
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