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DISCUTAMOS | La geopolítica en la campaña electoral

Por: Camilo Porto Rojas y Juan I. Rojas Porto | Linea Nacional Popular

Ilustración: Camila A. Espinoza "Proyección Suramericana"

Hace algunos años, mi padre, Raúl Rojas organizó junto a otros compañeros y compañeras un Congreso del Pensamiento Nacional Suramericano. Sin recursos, con mucha militancia, sin apoyo oficial, como suelen ser "estas cosas del pensamiento".


En dicho congreso, el compañero Humberto Podetti señalaba:


"En este momento de la historia del mundo no es posible -no hay en ningún lugar- hacer POLÍTICAS NACIONALES. Es absolutamente imposible pensar en una "política nacional". Las políticas son TODAS, necesariamente, GLOBALES. (...) Las políticas nacionales necesariamente SON, PRIMERO, CONTINENTALES. No hay política nacional que no sea política suramericana. Del mismo modo que NO HAY PENSAMIENTO NACIONAL que no sea SURAMERICANO."


Esta charla -que estuve revisando en estos días a través del poco material que pudo ser grabado- me ha producido un interrogante que, en mi opinión, es necesario esclarecer:


¿Por qué la cuestión geopolítica está ausente en el debate electoral?


Como es de costumbre, sin pedir permiso y -a esta altura- sin temor a armar despelote, desde Línea Nacional Popular nos hemos preguntado por qué la política internacional ha sido dejada al margen de una lucha que, por los intereses en juego, es indisimulablemente nacional e internacional. Los actores lo saben; el Pueblo, también. Cabe preguntarnos entonces el por qué.


Lógicamente, habrán voces bien intencionadas que nos dirán: la gente se está muriendo de hambre, es cierto; hay persecución judicial a dirigentes opositores, es cierto; decenas presas y presos políticos duermen tras los barrotes sin debido proceso, es cierto; la industria se va a pique y miles de PyMEs han cerrado, es cierto; la desocupación y la pobreza crecen al paso de la inflación y el dólar, también es cierto. Mas creemos que es importante discutir -sino exponer, desnudar- una realidad que engloba al conjunto de los padecimientos de nuestro Pueblo: la causa de los "males que conocen todos pero que naides cantó" no reside en tierras gauchas...


Ha sido un error borrar del lenguaje político la categoría "Oligarquía". De esta equivocación nos hemos dado cuenta en los últimos años. Cuando la Clase Trabajadora -tras décadas de señalar al "Poder" con categorías abstractas como "La Derecha", "Corporaciones", "Los Empresarios", "Los Monopolios", etc.- decide retomar los marcos de interpretación construidos por el Pensamiento Nacional, ya nadie sabía lo que era "Oligarquía", ya nadie sabía quiénes eran ni qué interés representaban. Alguna vez se las llamó "El Campo". Esta categorización territorial absolutamente errónea, evitó llamar las cosas por su nombre. La Oligarquía es una CLASE que responde a intereses INTERNACIONALES, es decir, una Clase anti-nacional. Conceptos "vetustos" con "olor a naftalina" dirán algunas expresiones del Campo Nacional promotoras de nuevas categorías. "Discúlpeme, soy medio Bagual", diría Zitarrosa, pero categorías como "La Derecha", cuyo origen data del 1789 (la droite), son acaso más modernas que la palabra "Oligarquía"?


Lo cierto es que no. Y, como reza el dicho popular, "la verdad siempre sale a la luz". Decía el pensador Juan José Hernández Arregui que "La OLIGARQUÍA, en esa espesa red de intereses burocráticos, financieros, internacionales, no aparece en primer plano. El secreto de su poder es que ES UN PODER SECRETO. Empapa con él a todo el país (...) Los estudiantes no deben olvidar que sus educadores fueron educados y que el sistema que los modeló a su imagen y semejanza fue el de la oligarquía."


El rasgo característico de nuestra Clase Dominante ha sido efectivamente que, a lo largo de la Historia, ha sabido ser "invisible". En tal sentido, las caracterizaciones en derredor de la Oligarquía deben, necesariamente, no nombrarla.


Esta misma táctica ha utilizado, entre otros, el imperio británico. El gran logro de Inglaterra -a diferencia de las intervenciones directas promovidas por los Estados Unidos desde el S. XX a esta parte- ha sido trazar las más profundas relaciones de dominación económicas, políticas y culturales, sino dejar rastro. El colonizado, entonces, no sabrá que lo es. Actuará "libremente" sin saber de la existencia de una red de relaciones invisibles que lo conduce inevitablemente a enfrentarse con su propia Nación.


Los problemas que acontecen atormentan a nuestro Pueblo pueden ser encarados, al menos por el momento, corporizándolos en la figura de la ultra-cipaya dirigencia política que hoy dirige los destinos de la Nación. Más dicha táctica, al enfrentarnos con la resolución de dichos problemas, será absolutamente estéril. Ya estaremos gobernando, y no habrá más "culpables" internos a quien combatir.


Ha dicho Juan D. Perón en su trabajo La Hora de los Pueblos que: "El problema político argentino, como el de cada uno de los países de nuestro continente, ha dejado de ser intrínseco porque nada de lo que hoy se desarrolla en el mundo se produce en compartimientos estancos.(...) La política puramente interna ha pasado a ser una cosa casi de provincias; hoy todo es política internacional, que juega dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva".


El mundo -al contrario de lo que se piensa o difunde a través de las redes y demás medios de comunicación de masas- avanza a pasos agigantados hacia la superación del sistema neoliberal. A diestra y siniestra, nuevas alternativas políticas surgen como reacción a los excesos desmedidos de la supresión del factor "trabajo" como motor de la producción de la riqueza de las naciones. Europa es, en gran medida, un gigantesco laboratorio mundial donde se puede apreciar la evolución social que ha producido la globalización. El Descarte mundial ha comenzado a moverse en masa, abandonando sus tierras e invadiendo los centros de consumo masivo del viejo continente. Quizás lo ignoren, más una reacción inconsciente -por el momento- ha conducido a decenas de miles de africanas y africanos a poblar los centros urbanos de Europa en busca del "pedazo de la torta" que les pertenece". El Neoliberalismo ha dispensado de clases y de naciones; todo lo ha querido destruir en una suerte de "Big Bang" de la Civilización Occidental Capitalista. Los resultados han sido catastróficos. Como reacción a la globalización forzada, los Pueblos del mundo han reaccionado de las más diversas formas. En América del Sur, dicha reacción han sido Lula, Chavez, Correa, Cristina, Evo, López Obrador; en Europa, Tsipras, Rebelo de Sousa, Giuseppe Conte, Pedro Sanchez; en Estados Unidos, Trump. Resurge, de las cenizas del viejo imperio soviético, la Rusia de Vladimir Putin y con él, el desarrollo euroasiático. La China Comunista, por su parte, crece a pasos agigantados, expandiendo su mercado a cada rincón del mundo. La multipolaridad es un hecho fáctico. Confrontan en el globo dos grandes bloques geoglobales: aquellos que bregan por la continuidad del patrón de acumulación especulativo y aquellos que pretenden retomar la senda de la producción y el desarrollo autónomo de las naciones en base al trabajo.


¿Qué hará la Argentina del nuevo gobierno Nacional Popular? ¿Cuál será su posicionamiento frente a esta disyuntiva? ¿Debemos tomar partido? ¿Es factible ampararnos en la protección de naciones poderosas como Rusia ante la injerencia despiadada de los EEUU? ¿Tenemos acaso otra opción? Es claro que, frente a los avatares que nuestro continente ha atravesado en el pleno apogeo de la Era Neoliberal, no podemos permanecer neutrales. Ahora bien. ¿Podemos confiar en que los vencedores de la contienda, sean cuales sean, respetarán la autodeterminación de nuestros Pueblos?


Surge la importancia -casi en términos de supervivencia- de retomar el rumbo de la unidad de América del Sur. Dicho proyecto, trunco a causa de la debilidad en la falta de una iniciativa de articulación que prevalezcan a las barreras ideológicas sometiendolas al interés regional Suramericano y principalmente la injerencia del imperialismo financiero en Argentina, Ecuador y Brasil, ha sufrido grandes retrocesos. Pero las bases que estructuraron la UNASUR son sólidas siguen firmes.


Es por ello que consideramos que discutir la región, discutir el continente, discutir las alianzas con las naciones emergentes de la Europa y de otros continentes debe ser, guste o no, un tema central de campaña. Los grandes problemas que acontecen a la nación y al pueblo se encuentran íntimamente relacionados con la realidad mundial. Las acciones del FMI en el último año y medio así lo demuestran; el embate de los llamados "Fondos Buítre" contra el gobierno popular entre 2014 y 2015, también. El Frente Patriótico debe contemplar, en su programa de gobierno, una firme posición geopolítica.


Desde este humilde espacio, entendemos que sólo el fortalecimiento de la unidad regional nos asegurará un futuro soberano. Descansar sobre el padrinazgo de naciones céntricas como China y Rusia sólo será caldo de cultivo para un nuevo sometimiento. Argentina debe tener "aliados", no "padrinos" ni "protectores" a quienes tenga que deberles nada. Nuestros únicos hermanos se encuentran en la región. América del Sur posee una unidad idiomática, histórica y cultural. Como ha dicho Huberto Podetti en aquella lejana charla del año 2013 -cuando todo esto parecía de Ciencia Ficción-, "la construcción del Estado Suramericano está al alcance de la mano, está al alcance de decisiones políticas... solamente de decisiones políticas que es necesario tomar". No hay otra alternativa: UNIDOS O DOMINADOS.

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