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CULTURA NEOLIBERAL Y MODELO SOCIAL SOLIDARIO

LA CULTURA NEOLIBERAL DOMINANTE ES UN FRENO AL IDEARIO DEL MODELO SOCIAL SOLIDARIO

Por: Jorge Rachid


Pocos dudan que el eje de la batalla por venir, es la cultural, para derrotar aquellas supuestas certezas implantadas por el colonialismo, en general de pensamiento eurocentrista, que han marcado los vencedores de Caseros con Mitre y su “ historia oficial”, hasta nuestros días, por imposición imperial que hemos naturalizado, como pautas y pensamientos comunes, que hacen al comportamiento cotidiano.


Las conductas neoliberales se verifican en cada ámbito y son transversales socialmente, implicando desde comportamientos racistas, hasta discriminaciones menores, desde intolerancia a lo diferente hasta desprecio por la pobreza, el odio es dominante. Esas situaciones, verificadas a diario en la comunidad, se trasladan también a la política y su militancia.


La militancia política, aún la que ocupa el campo nacional y popular, verifica en la práctica, en algunos sectores, una disminución de valores y virtudes además de los códigos sociales, que se originaban en la lucha cotidiana, entre quienes compartimos sueños y utopías, alimentando así esa licuación del compromiso compartido en la construcción de los colectivos, que implican el edificio de la solidaridad, llevando al individualismo y al sectarismo, como procedimientos “normales” de la militancia política, que llegan también a naturalizarse, creando situaciones de diferenciación entre compañeros de causa, espacios cerrados, miradas estrechas que llevan a ignorar el marco nacional de la lucha por la Patria.


No deberían existir en el Movimiento Nacional y Popular, como no existía en el peronismo resistente, sectores posicionados y dirigenciales, separados del conjunto militante, ni deberían forjarse nuevas capas dominantes con derechos sucesorios. Néstor en su baño de multitudes es ejemplo a seguir para derrotar el neoliberal que todos llevamos adentro. Estas reflexiones no implican desconocer los esfuerzos militantes, de cada uno de nosotros o nuestros hijos, en forma independiente de su árbol genealógico.


Pero salones VIPS, pulsera identificatorias, sentados y parados son formas sutiles de discriminación que confrontan con las 20 verdades del peronismo: “aquel que se siente más peronista que otro, está dejando de serlo”. Esto no implica cuestionar los escenarios ni los dirigentes que asumen en cada etapa las responsabilidades de transmitir los ejes de la política, sino reafirmar que en el peronismo todas las discusiones son transversales, democrática, profundas, firmes y afectivas al mismo tiempo que llevan a nuevas síntesis y una vez adoptada una decisión se verticaliza su implementación.


Es que la cultura neoliberal, que consolida la hipocresía social, el desprecio por el prójimo, la invisibilización del ser humano, promoviendo el individualismo y la meritocracia, llevando a la diáspora social ya al relajamiento de los sistemas solidarios de construcción por décadas, que se ven intrusados por sectores del lucro, siendo dominante. Naturalizar estos hechos nos lleva por ejemplo a admitir el lucro en los servicios públicos, en vez de defender lo que ampara los derechos humanos básicos, derechos humanos que impactan en la calidad de vida del pueblo.


Si estas pautas se trasladan plenamente al conjunto social que incluye la militancia política, se aleja la posibilidad de construcciones futuras de modelos solidarios sociales y productivos, al haber triunfado un eje cultural, que desprecia lo colectivo y solidario, por sobre lo individual y lucrativo. La racionalidad economicista, lleva al olvido del ser humano y la naturaleza, como ejes de construcción prioritarios de una Comunidad. Ese es el eje biocéntrico que caracteriza al peronismo como construcción del pensamiento americano, moreno, criollo y profundo que emerge de Latinoamérica y su historia de Patria Grande.


Don Hipólito Irigoyen llamaba “patéticas miserabilidades” a estas conductas y el peronismo resumió en las 20 verdades justicialistas su sistema de valores. Es que la conducción de un proceso transformador y revolucionario, implica que cada uno de sus miembros se sienta contenido y partícipe de la lucha política, no como testigo, sino como protagonista de un conjunto al cual pertenece.


Por esta simple razón y porque las revoluciones las protagoniza el pueblo en su conjunto, los militantes dirigentes o no, deben ser parte de un mismo espacio común de pertenencia, sin discriminaciones ni sectarismos, que sólo favorecen el enemigo, al construir fragmentación en las fuerzas del campo popular.


De ahí que el llamado a esta batalla cultural necesaria, pasa por nosotros mismos, por cada uno que siendo legítimo acariciar sueños de asumir mayores responsabilidades, los mismos no pueden arrasar códigos ni valores colectivos, con humildad y sin soberbias vanguardistas, en una construcción que tiene que ser de todos, militando con austeridad y abnegación para poder construir mayorías que posibiliten afianzar los sueños de Patria y Pueblo, con Comunidad Organizada en acción y Patria Grande como objetivo.

PRIMERO LA PATRIA

EN HOMENAJE A ESE ENORME MILITANTE EJEMPLO DE GENERACIONES ENVAR CACHO EL KADRI

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