Por Camilo Porto Rojas | Línea Nacional Popular
Las elecciones provinciales de Neuquén arrojaron resultados interesantes y comentarios por demás variados. Los análisis van desde quienes esgrimen que la derrota del macrismo fue arrolladora hasta quienes aseveran que el resultado de los comicios neuquinos auguran la derrota del Campo Popular. Lo curioso de estos comentarios, por demás variados, subyace en quienes optan por una mirada negativa y sus argumentos.
Es interesante el termómetro de la realidad que tienen algunos sectores del Campo Popular.
Cuando se esgrime un pensamiento crítico en derredor de los manejos del sector hegemónico en términos político electorales, se afirma que el crítico está "haciéndole el juego a la Derecha". Ahora bien, cuando el mismo crítico afirma que las cosas van bien en términos coyunturales, se lo tilda de "complaciente", de "no admitir la realidad" y de ver todo con "espejitos de colores". Tales visiones están tan alejadas del análisis profundo de la realidad como las estériles y sentimentales teorías del izquierdismo vernáculo.
Si nos guiamos por los comentarios esgrimidos en redes en derredor de las elecciones neuquinas, se observarán en la práctica los conceptos aquí vertidos.
Los comicios de la provincia patagónica arrojaron como vencedor al candidato del MPN Omar Gutierrez, quien alcanzó superar el 39.92% de los votos totales. Lo sigue en segundo lugar Ramón Rioseco Del Frente Unidad Ciudadana con 26.06%. En tercer lugar, muy por debajo de los dos primeros Se encuentra el candidato de la Alianza Cambiemos, Horacio Quiroga quien contó con el 15.13% de los votos.
Uno de los argumentos fuertes que se han vertido por estas horas refiere a que Cambiemos, a pesar de la categórica derrota sufrida, “ganó las elecciones”. Esto se debe principalmente a la teoría de que el líder de la Alianza, Mauricio Macri, habría llamado a votar por el candidato del MPN con el objetivo de asegurar la derrota del Peronismo en la provincia del Sur. Esta posibilidad es efectivamente probable. Mas sorprende que el hecho sea comprendido por parte de la militancia como una fortaleza del armado electoral oligárquico y no como una inmensa debilidad.
¿Cómo es posible llegar a la conclusión de que una fuerza nacional que a pesar de haberse alzado con casi el 30% de los votos en las últimas elecciones provinciales, hoy tenga que hacer concesiones con un partido provincial, haya salido fortalecida de los comicios?
Por otro lado, es insano observar las “tesis” esgrimidas tanto por las tendencias progresistas del Movimiento como por ciertos sectores del Peronismo Porteño en derredor de la victoria del Movimiento Popular Neuquino. Las mismas destilan sin pudor ni vergüenza alguna la matriz semicolonial que gobierna las mentes de este lado del Río de la Plata. Aún entre los peronistas. Leo las redes, enciendo la televisión, prendo la radio… y una turba de amargados y amargadas lanza al aire acusaciones contra los neuquinos y neuquinas quienes, por “interés individual”, por “inconciencia”, por “costumbre” o por “ignorancia” seguirían votando a “la Derecha”. ¿Sabrá acaso algún porteñito el origen del Movimiento Popular Neuquino? ¿Conocerá un centímetro de la provincia sureña de la cual es “especialista”? Por otro lado… ¿Tendrá noción alguna de la potencia popular que dicho partido provincial posee? ¿Habrase enterado algún opinólogo licenciado en “viri viri” (tal como decía un querido compañero estatal de nuestra ATE) de las atrocidades que el centralismo porteño ha realizado a lo largo y ancho del país y las consecuencias socioculturales que dichas atrocidades han causado, cuyas traducciones políticas aún perduran?
Por supuesto que no. Solo en el mundo de las “minorías ilustradas”, no en el peronismo, podría ser aceptado semejante disparate. El porteño, sea peronista o sea progresista, sea trotskista o liberal, observa al país desde un prisma distinto. A excepción de contados casos, la miopía portocéntrica no ha podido ser corregida.
Estas posturas han sido tomadas como “pensamiento realista”; aquellas que plantean lo contrario, como “infantiles” o “triunfalistas”. Aquellos que afirman que la derrota de la Alianza Cambiemos en los comicios neuquinos es, efectivamente, una "derrota" del proyecto liberal oligárquico, se los tilda de "negadores de la realidad" en tanto "la Derecha (en este caso, el MPN) ganó en Neuquén y el peronismo perdió".
No deja de asombrar como los estados de ánimo controlan la capacidad analítica de vastos sectores del Movimiento, quienes optan por reemplazar la “razón” por el “corazón”; el “pensamiento crítico”, por el “romanticismo” de la coyuntura pasajera. Cuando el Dólar subía sin control, la euforia del “se va en helicóptero” imperaba sin restricciones de raciocinio. Macri se iba en cualquier momento… Y no fue así. Más cuando a esos mismos compañeros y compañeras se les planteaba la necesidad de acompañar las luchas obreras por ser éstas verdaderas expresiones de conciencia popular contra el proyecto oligárquico, se afirmaba que “luchar no sirve para nada”, que “esto se cae cuando se tenga que caer”…. Así, la política se convierte en religión; las grandes transformaciones, en actos de los “ciclos históricos”; las derrotas sufridas, en expresiones de la indetenible “derechización de las sociedades”.
Pero volvamos a nuestro tema.
Que el Peronismo neuquino fue derrotado por el histórico partido provincial es un hecho fáctico. No es posible hablar de “victoria del peronismo”, habida cuenta de que, a pesar de haber logrado un mejor desempeño que en los comicios anteriores, Rioseco quedó más de 10% por debajo del caudillo Gutierrez. Sin embargo, no es menos cierto que la Alianza Cambiemos quedo categóricamente por debajo del segundo lugar. Si logramos abstraernos de las categorías tradicionales -que no ven diferencia entre un triángulo y un círculo por ser ambos figuras geométricas- y logramos comprender que el y la votante tradicional del MPN se encuentra absolutamente al margen de los acuerdos que dicho partido pudiera tener con los distintos gobiernos nacionales, podremos llegar a comprender que el voto a Gutierrez no fue un “voto para Macri”, sino lisa y llanamente eso: un voto para Gutierrez. Superada esta ardua tarea, podremos ir más allá y observar que más del 65% del electorado neuquino voto en contra del programa unitario, anti-nacional y clasista de la Alianza Cambiemos. Paralelamente, Unidad Ciudadana, quien en 2017 había obtenido poco más del 19% de los votos, superó en esta ocasión el 26%, lo cual expresa –como lo hemos señalado anteriormente– una considerable recuperación del peronismo neuquino. El Movimiento Popular Neuquino, por su parte, mantiene una cómoda hegemonía por sobre el conjunto de las demás fuerzas. Así ha sido desde hace más de medio siglo -exceptuando el interludio de la Dictadura Cívico Militar- y así seguirá hasta que el peronismo neuquino se decida afrontar una política imbricada en las raíces provinciales, con base en el nacionalismo popular y en las Organizaciones Libres del Pueblo.
Ya en 1973, tras 18 años de proscripción, fusilamientos, cárceles y persecuciones, el candidato del peronismo, Ángel Nicanor Romero, obtuvo en la provincia patagónica un 35,24% de los votos, contra un categórico 49%,8 del MPN, en ese entonces liderado por Felipe Sapag. Tras la segunda vuelta, Sapag obtuvo el 59.89% de los votos, contra un 40,11% del FREJULI. Mas allá de las diferencias entre el viejo partido provincial y el peronismo opositor, no es posible negar que el MPN posee una imbricancia profunda en la provincia, imbricancia que será difícil deshacer. La mejor táctica hubiera sido acaso entablar vínculos cautos y estrictamente coyunturales con un partido que, en ciernes, expresa la identidad política de la mayoría neuquina, que -a diferencia de zonas de neto corte anti-nacional como la CABA- por su geografía, su tradición plebeya y su historia es compatible con el proyecto histórico del peronismo. Dichos vínculos, tanto por factores ajenos como propios, jamás pudieron concretarse.
El Peronismo neuquino ha hecho en estos comicios una buena elección. Recuperó el 2° lugar de representación perdido en 2017, recuperando un caudal considerable de votos perdidos entre el 2015 y los últimos comicios legislativos. Sin embargo, deberá comprender que no podrá reemplazar al MPN; deberá vencerlo políticamente antes de ganarle en elecciones. Hasta entonces, será necesario establecer una sana relación con los sectores más valiosos de dicho espacio. Criticarlo cuando sea pertinente, horadando lentamente las estructuras que lo sostienen, más sin confrontarlo directamente, en tanto se estaría confrontando con la inmensa mayoría neuquina.
Los contenidos aquí vertidos intentan advertir sobre un vicio de los márgenes medios de la militancia popular y adherentes, se trata de la enfermedad infantil de concebirse en minoría.
Romper este esquema será uno de los puntos angulares para la reconstrucción de una militancia popular y de un pensamiento crítico.
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