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CATEGORIZAR LAS CLASES SOCIALES...

CATEGORIZAR LAS CLASES SOCIALES POR INGRESOS ES DENIGRAR A LOS SERES HUMANOS EN SU DIGNIDAD


“Para el peronismo hay una sola clase de hombres: los que trabajan” Perón, 1946

Es un lugar común hablar de clases sociales, que se estigmatizan en categorías que siempre responden a parámetros económicos, que en un sistema capitalista y neoliberal, como cultura dominante, fragmenta y divide a la comunidad.


De esas convicciones que se van asentando en el tiempo, naturalizándose, surge conductas sociales que van desde el racismo a la exclusión social, desde el desprecio al horror en verse reflejado en “el otro destruido”, el pobre, “el fracasado”, el desamparado, el marginal que funge a nuestros ojos como imagen de un infierno próximo a rechazar.


Esas categorías que incluyen el ascenso social, el imaginario instalado de la felicidad alrededor de lo que se tiene, no de lo que se necesita, de ser “alguien” a pesar de lo que cueste, de trascender por mérito, de acumular más allá de las posibilidades de gastar en vida, son demandas imbuidas por una cultura generalizada y dominante que coloniza los pueblos, para someterlos.


Esa mal llamada clase media, trabajadores monotributistas, comerciantes, profesionales, de servicios, propietarios de Pymes, son quienes desde sus esperanzas y utopías aspiracionales de “ser alguien”, adoptan tales actitudes, colonizadoras culturalmente y ubicadas en el sometimiento socialmente, como bien describen los libros de Jorge Bolívar y Franz Fannon respectivamente: Juegos y Estrategias de Dominación, el filósofo nuestro y Los Condenados de la Tierra, con prólogo de Sartre el Jaimaiquino médico de la colonia argelina.


Esta colonización, operada desde siempre por los conquistadores hacia los pueblos originarios, va adquiriendo con los tiempos formas más sutiles de dominación y explotación, que consolidan un eje de dependencia, que no se hace sentir como tal, pero que opera en cada una de las facetas humanas de la vida cotidiana y condiciona la soberanía de los pueblos.


Ya no son necesarios ejércitos de dominación explícita, ni desembarcos masivos de empresas y medios de comunicación, porque ya fue instalada una cultura, que los propios pueblos hacen suyas y las trasladan a la transmisión oral de sus familias. Ya lo reflejó Florencio Sánchez en su libro Mi hijo el doctor, paradigma de la movilidad social ascendente de una época, en donde de la pobreza extrema del inmigrante se pasaba a las generaciones profesionales de los hijos.


Sólo el peronismo permitió que ese camino fuese emprendido por los criollos humildes y desprotegidos, “los cabecitas negros” de Evita, situación que consolidaba una sociedad impregnada de Justicia Social, diferente al Estado de Bienestar europeo del “derrame” social del modelo macro económico demo liberal burgués, como lo denomina Perón en la Comunidad Organizada.


Entonces no son sólo movilidad social ascendente, ni la famosa igualdad de oportunidades los ejes de los sueños comunes, sino una sociedad de igualdad de condiciones y del buen vivir, que marca la consigna estratégica del peronismo: la felicidad del pueblo como concepto y la grandeza de la Nación como destino común a construir de una sociedad más sana, más justa y más solidaria.


PRIMERO LA PATRIA CABA, 9 de septiembre de 2019

Homenaje al compañero filósofo peronista Jorge Bolívar ascendido al Comando Celestial

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