LA FORMA PERVERSA E INHUMANA DEL NEOCOLONIALISMO IMPERIAL
Por: Jorge Rachid
Imaginemos un Castillo medieval, siglo XVI con miles de persona dentro del mismo, afuera, rodeando, miles y miles de soldados alrededor de la Fortaleza, impidiendo la entrada de alimentos y medicinas, cerrando el paso a quienes quieren entrar, sin abrir negociaciones y a esperar que el hambre y las pestes, rindan la plaza. Meses y años, duraron los bloqueos en esa época. Como hoy.
Pensemos ahora en la situación de las personas dentro del Castillo, en estado de desesperación, angustia, sin futuro, con hambre y desolación, enfermedades que se multiplican, personas que quieren escapar, a cualquier lado para huir de semejante drama. En el Castillo se toman medidas que respondan a la situación de emergencia, un plan de contingencia: se raciona el agua y los alimentos, algunos protestan, otros denuncian injusticias en el reparto, se reparte elementos para la combustión del fuego para cocinar, iluminar de noche y calentarse. La situación, cada día se vuelve dramática. Hay caos dentro del Castillo ante el desborde de los acontecimientos.
Afuera, los jefes sitiadores denuncian la situación interna del Castillo, acusando a sus gobernantes de no aceptar la capitulación, de ser insensibles con su gente, de perseguir a los opositores que intentan pactar con los sitiadores. Los que salen hablan del drama interno, del dolor social que se vive en el Castillo, piden comida y agua, piden vida ante el drama que vivieron y los jefes sitiadores, los acogen con críticas a los monarcas del reino….
Hoy EEUU, dueño de la vida y la muerte de países enteros, decide bloqueos, económicos, militares, cibernéticos, sobre millones de personas como si fuese una conducta normal del siglo XXI. Someter a las condiciones infrahumanas a millones de seres humanos, es naturalizado por el mundo, aceptando una situación límite como la que padeció Cuba durante 60 años y que hoy vuelve a sucederle, como Venezuela, Irán, Siria y Yemen, estos últimos casualmente?, países petroleros, con reservas importantes que definen las políticas estratégicas del mundo.
Entonces se descubre la hipocresía de la política internacional, donde un país, EEUU y sus satélites, como el nuestro, aceptan un acto de guerra, como el bloqueo a millones de personas, como un hecho intrascendente, banal, además de considerarlo correcto porque dichos países no son “políticamente aceptables”, en sus manejos soberanos.
Si a usted le resulta normal que el Imperio colonice países por la fuerza, si considera que está bien que se someta a los gobiernos a aceptar claudicaciones soberanas ante la fuerza de la extorsión, entonces estas reflexiones no le interesan.
Ahora si las considera graves, entonces sepa que la Argentina de hoy, está siendo puesta en zona de riesgo internacional, al aceptar el gobierno, automáticamente, su alineamiento sumiso a los dictados impuestos por EEUU y sus socios, en ésta confrontación del mundo Unipolar con el mundo Multipolar, en donde, en América Latina, se intenta impedir la presencia de los gigantes mercados del oriente, con China como motor económico.
Esta es la guerra que denuncia el Papa Francisco, definiendo la misma como la Tercera Guerra Mundial en curso, en donde las áreas de influencia se disputan, por ahora en terceros países, con millones de víctimas que a nadie le importan, sólo los ven ahogados en el Mediterráneo o en la frontera de México con EEUU. Son fotos, nadie sabe de dónde vienen ni porqué, sólo víctimas de algo, que empezó en otras geografías, con lejanos horrores, bombardeos, hambrunas, sitios prolongados, de los que poco se informa, desde los medios hegemónicos que son socios del poder mundial, los fondos de inversión atados a los intereses imperiales.
Entonces quienes consideramos esta situación como inhumana y criminal, somos considerados populistas, nacionales y populares, que no entendemos la “racionalidad globalizadora” del mundo “occidental y cristiano”. Preferimos ser humanos ante que autómatas del poder financiero macro económico, que sacrifica la vida de los pueblos.
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