Decía el general Perón en un discurso a sus trabajadores, semanas apenas antes del golpe oligárquico de septiembre del 1955, que:
* CPR - Central de Trabajadores/as de la Argentina
"AL PUEBLO NO SE LO PUEDE AGRAVIAR, NI SE LO PUEDE ESCARNECER IMPUNEMENTE. El Pueblo va acumulando presión, presión, presión... y si no tiene escape, al final revienta. Cuidado, les digo yo, a esa gente... ¡Cuidado! Hay diques, pero todos los diques tienen su límite, proporcional a la presión. Cuando La Presión ES SUPERIOR AL DIQUE, EL DIQUE SUENA. Y cuando suena el dique, después suenan todos los demás. Eso es lo peligroso."
La advertencia tenía nombre y apellido.
Tiempo antes, la sinarquía internacional (representada localmente por la Iglesia, las instituciones liberales y el conjunto de los partidos políticos denominados "democráticos", todos ellos armoniosamente dirigidos por aquella fuerza invisible llamada OLIGARQUÍA) no había hecho más que AGRAVIAR con atentados terroristas, difamaciones públicas y una vergonzosa propaganda antinacional apoyada por naciones imperiales, a un PUEBLO que había decidido, tras décadas de dejar su sangre en las calles en su lucha por emanciparse, realizar su revolución pacíficamente.
En aquella ocasión, el emblemático General advirtió a las clases opulentas que el exceso de violencia contra las masas nunca es gratuita, sino por el contrario, acarrea graves costos -demás está decir- innecesarios para una Clase que aún en plena revolución popular, no había dejado de enriquecerse.
Dicha recomendación intentó apelar a la inteligencia de la reacción opositora, señalándole que el camino más prudente era desistir de sus acciones reaccionarias. La historia sabe que no lo escucharon.
Hace pocas horas, los argentinos y argentinas nos enteramos de la intención del gobierno cipayo de encomendar a las FFAA la "seguridad interior" de la Nación. Bajo la vergonzosa excusa de "combatir el narcotráfico", el presidente Mauricio MACRI sentenció desde Campo de Mayo que “es importante que (las Fuerzas Armadas) puedan colaborar en la seguridad interior”. De esta manera, dicha institución pasaría a cumplir un rol de “policía”, abandonando las funciones fundamentales para la preparación, ejecución y control de la DEFENSA NACIONAL que naturalmente posee cualquier ejercito.
¿Qué significa, para el Pueblo argentino, esta decisión?
Por un lado, es claro que con esta medida el titular del poder ejecutivo ha puesto en marcha los engranajes de un evidente sistema de represión destinado a suprimir violentamente la PROTESTA SOCIAL derivada de sus políticas liberales. Las multitudes han tomado en el último año la forma de un cuerpo organizado y bien aceitado que responde eficazmente a los atropellos del gobierno gorila. Dichas multitudes, que a pesar de las injurias mediáticas, las intervenciones de sindicatos, las detenciones arbitrarias de líderes sociales o las persistentes persecuciones judiciales de referentes políticos, no han podido ser detenidas, SERÁN AHORA EL BLANCO DE LAS FUERZAS ARMADAS devenidas en “Guardia Pretoriana” del orden neocolonial. Por otro lado, la supeditación las funciones de las FFAA a lo que podríamos referirnos como “tareas domésticas” de control, transformando al Ejercito Argentino -custodio institucional de la soberanía territorial, de su espacio aéreo y marítimo de agresiones de origen externo- en simples guardianes de la gobernabilidad de la coalición gobernante evidencia el poco o nulo interés de la coalición gobernante por la Soberanía Nacional. Por el contrario, para el presidente Macri, “poner en valor a la familia militar” no es otra cosa que subordinar la existencia del Ejercito Nacional a la defensa irrestricta de su gobierno y de los intereses de Clase que lo sostiene.
Tamaño atrevimiento por parte de un gobierno antinaconal y antiobrero no puede entenderse sino como una imperdonable provocación contra las masas obreras que perdieron en las múltiples dictaduras cívico militares a decenas de miles de sus hijos e hijas. "Declaraciones de guerra" como éstas no tendrán un resultado favorable para un gobierno que intenta sobrevivir a la caída estrepitosa de su imagen pública por los múltiples tarifazos, la inflación descontada, los presos y presas políticas y los incontables despidos en el sector público y privado. La reciente entrega del patrimonio nacional a la gula inagotable del FMI, endeudando a generaciones enteras de compatriotas; el hambre, la desocupación y la depresión del salario de quienes con sus manos hacen la riqueza de este país, ha lesionado gravemente la imagen del partido de gobierno, acotando su margen de representación a aquellos sectores históricamente antinacionales y -por supuesto- antiperonistas. El agravio jamás fue gratuito para las castas privilegiadas de este país. Y cada vez que el Pueblo ha salido a las calles decidido a terminar con tanta infamia, ha pagado con su vida el descontento. Las cicatrices de las últimas rebeliones populares aún perduran en los rostros y en el cuerpo de sus protagonistas.
El Pueblo jamás ha respondido con violencia. Las salidas trágicas a los regímenes oprobiosos no son jamas una opción para nuestras organizaciones que bien conocen sus consecuencias. Ha dicho sabiamente el compañero Hugo Yasky al respecto:
"No vimos a los que hoy están haciendo una suerte de "cerco protector" de este gobierno, me refiero a la convergencia empresaria, me refiero a AEA, los herederos de José Alfredo Martínez de Hoz, NO LOS VIMOS SACANDO EL PECHO EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA. No los vimos condenar la miseria en la que estaba sumido nuestro Pueblo. No los vimos firmar ninguna solicitada por los asesinados de distintas fuerzas políticas -la mayoría de nuestro movimiento, el peronismo, pero también compañeras y compañeros radicales, también compañeras y compañeros de la Izquierda- cientos, decenas de miles... no los vimos ahí. Y cada vez que en este país hubo una crisis como la que nos va a llevar esta zambullida en el FMI, no ganaron "los buenos" y perdieron "los malos" y viceversa. GANARON los que estaban en LA CÚPULA DE LA CLASE DOMINANTE y PERDIMOS los que formábamos parte del PUEBLO: los jubilados, los trabajadores, las maestras, los profesionales, los médicos, los enfermeros, los obreros industriales, los obreros del transporte. ¡Esos siempre perdemos! No hay en el estallido del año 2001 una lista de EMPRESARIOS CAÍDOS en las movilizaciones callejeras. SIEMPRE SOMOS LOS MISMOS. Por eso no queremos que nos lleven a ese desfiladero. Por eso somos los primeros que vamos a defender la Democracia. Por eso somos los primeros que decimos "no vamos a desestabilizar a nadie", venimos a hacer viable la vida de una inmensa mayoría de argentinos/as".
Así como el General Perón en su tiempo, el Secretario General de la CTA de los Trabajadores señala a la bancada oficialista una realidad insoslayable como la existencia del fuego... del mismo fuego que ilumina las calles en las hogueras populares de los Sin Techo en las frías noches de invierno. EL PUEBLO RESISTE. No quiere atropellos. Quiere SER LIBRE. Y hará todo lo que esté a su alcance para lograrlo. Castigar esas ansias de libertad con la represión, negando la existencia de las multitudes y acusándolas de “delincuentes comunes” es algo que ya se ha hecho en nuestro país con terribles consecuencias. Cuando Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento fundaron la nación oligárquica entre 1861 a 1877, lo hicieron sobre los cadáveres de decenas de miles de compatriotas que, como dirá José María Rosa, “ya no fueron un problema político; solamente de Policía y de cárceles...” La sangría de las matanzas de aquel entonces aún cubre el interior del país con un manto de injusticia que jamás ha sido reparada. De los crímenes de Estado cometidos por la misma Clase que hoy nos gobierna, no ha quedado nada escrito. Sólo la condición de “delincuentes” de miles de hombres y mujeres asesinadas por la gesta “civilizatoria” de Mitre y cía. Tan similar a estos tiempos, donde organizaciones sociales como la Tupac Amarú son catalogadas como “asociación ilícita”; sus dirigentes, como “delincuentes comunes”; su construcción comunitaria, como “actos criminales”.
La única lógica posible para el gobierno es tratar al Pueblo organizado como "criminal". Será necesariamente así, en tanto el pensamiento nacional de que lo combate es, para sus intereses, efectivamente criminal. La demagogia está y ha estado siempre en presentar a su enemigo, no como una fuerza política adversaria, sino como un grupo de delincuentes que no se los combate políticamente, sino como a cualquier criminal. Acaso será este el objetivo principal de tan repudiable decisión del ejecutivo de volver a poner al ejercito en las calles.
El gobierno oligárquico parece decidido a quedarse como fuere. Las Organizaciones Libres del Pueblo, dispuestas a la lucha activa por la recuperación de la Patria. El desenlace aún permanece abierto. Los días por venir son, para quien escribe estas lineas, una incógnita. Lo único que no admite duda alguna es la actitud del Pueblo organizado. El próximo jueves, saldrá a las calles a demostrar su descontento por tamaña infamia.
Esperemos que esta vez, la coalición gobernante sea un poco más inteligente.
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