Por: Jorge Rachid
9 de julio de 1816
Así reza en Acta de nuestra independencia, en ningún párrafo está escrita la palabra Argentina, estableciendo el rompimiento “de los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España”, agregando en días posteriores y de cualquier otra potencia que quiera usurpar y sojuzgar nuestros territorios.
Estamos entonces ante una de las falacias repetidas de nuestra historia mitrista, como que la Revolución de 1810 fue tal, cuando sólo se estableció que autoridades propias regirían la ya declarada Provincia española, por las Cortes de Cádiz, ante la invasión napoleónica. La bandera española flameó en el Fuerte de Buenos Aires hasta 1813.
Tampoco nos contó el sumo sacerdote de la historia oficial, que nos sigue ofendiendo desde el diario La Nación, que el 29 de junio de 1815 se había declarado la Independencia de la Liga de los Pueblos Libres, por parte de Artigas en el Congreso de Oriente en el arroyo La China, hoy Concepción del Uruguay. Fue la verdadera Independencia de la región que comprendía el territorio de la actual Argentina, el Uruguay, el Paraguay, sur del Brasil, el Alto Perú o actual Bolivia y parte del Perú con salida al Pacífico. Nunca fue reconocida como tal por diferencias ideológicas y religiosas de los congresales con las ciudades dominantes de Buenos Aires, Córdoba y el Tucumán.
Algunos ignorantes llaman a esta situación “la grieta”, como llamarían a los patriotas que acompañaron a San Martín “traidores a la Patria”, como lo declaró Rivadavia al Libertador.
Ese ejército que hoy sintetizan los Granaderos a Caballo, estaba formado por los negros libertos por el Libertador, el Batallón de Morenos, los Mapuches que a ambos lados de la cordillera proporcionaron pasos e información del enemigo y los criollos pobres de las pampas nuestras. Esos fueron los sacrificados por la lucha en la Liberación Nacional de la Patria Grande.
En el Congreso de Tucumán el acta fue escrita en cuatro idiomas; castellano, aymara, guaraní y quechua, porque diputados por usted conocidos por el nombre solamente, eran como Pedro Ignacio Rivera de Mizque, Malabia y Serrano de Charcas, Bustamante altoperuano, Pacheco de Melo de Chichas, todas hoy Bolivia, y todos escondidos por Mitre y su pandilla porteña, como el Congreso artiguista o la Revolución Popular de abril de 1811 del Dr. Campana, que lo llevó a la Junta Grande.
Esa historia oficial, llevó a la oligarquía cultural de los argentinos colonizados a decir que todos bajamos de los barcos, cuando los sacrificios por la Patria fueron siempre producto de lucha de los pueblos del interior, aunados en un sincretismo de razas e historias, desde los indígenas a los mulatos, zambos, negros, criollos, que fueron dando origen indentitario a nuestra comunidad como pueblo.
Entonces la mejor manera de conmemorar nuestra fecha Patria, es comprometernos a reconstruir la Patria Grande, a dar batalla cultural a la historia oficial mitrista que ha tergiversado, ocultado y mentido como mínimo el 50% de la verdadera historia de luchas y confrontaciones entre dos modelos de país.
Hoy sigue esa huella la lucha política entre la colonización de quienes piden perdón al Rey de España, “imaginando el dolor de los congresales al votar la Independencia” y quienes nos hacemos carne de ella de juramentarnos a defenderla “hasta perder la vida”, como hacemos en la jura de la Bandera nacional.
Por último, es patético observar la entrega del patrimonio nacional en nombre de “ir al mundo”, abandonando al pueblo, enajenando sus recursos, fracturando sus esperanzas, provocando dolor social inmenso, entregando soberanía, endeudando generaciones, como antes hicieron Rivadavia, Carlos Alvear entregando la Banda oriental o Río Grande do Sul a los portugueses, para derrotar a Artigas, Urquiza traicionando al federalismo ante los reclamos del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, mientras los “civilizados” ya habían fusilado a Dorrego, realizado la guerra de la Triple Infamia contra Paraguay, sacrificando criollos “ sólo sirven para regar la tierra con su sangre”, al decir de Sarmiento, jefe de policía de Mitre.
Entonces compatriotas, esta gesta de los pueblos americanos que fue el Congreso de Tucumán debe ser conmemorada, como lo que fue: un hito de lucha que permitió al Libertador cruzar la Cordillera de los Andes con su ejército de patriotas, pobres, originarios, negros, criollos y casi ningún oligarca de los que después se autoproclamaron “La Patria”, cuando lograron vencer a sangre y fuego la cultura integradora de nuestros indios y criollos, como relata el Martín Fierro de José Hernández.
No habrá Patria sin lucha, no habrá Patria con entrega, mucho menos con neoliberalismo y neocolonialismo que lleva adelante el gobierno títere actual, monitoreado por EEUU, en su rol imperial. Hay un movimiento nacional y popular como lo hubo desde siempre, pero ahora afianzado por un peronismo en marcha hacia una nueva victoria del pueblo.
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