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A la que hay que salvar...

Por: Azul Verzura | Línea Nacional Popular


Aunque hayamos creído en más de una reiterada ocasión que el “patriarcado televisivo” estaba por extinguirse, Susana Giménez, volvió a ser un programa de visibilidad y denuncia; aunque su propósito no sea ese y tenga otro fin, Mariana Nannis protagonizó lo que venimos viviendo hace muchísimos años.


Mariana Nannis es (entre otras cosas) la mujer de Caniggia, un ex jugador de futbol exitoso y de la era Maradoneana, donde “El futbolista” encarna la impunidad y la aprobación mundial de todo su accionar a partir de un par de goles en una cancha de once. Desde prostitución, violencia de género hasta consumo irresponsable de drogas.


¿Qué es precisamente la impunidad futbolística?


Es el patrón que cumplen la mayoría de los varones profesionales en el futbol. Es la no-sorpresa de encontrarse naturalizando una denuncia de violencia de género por parte de la mujer de algún deportista de esta categoría. No es un caso aislado, ni tampoco el testimonio de Mariana Nannis es como el que solemos escuchar ante un escrache o la exigencia de visibilizar el ambiente misógino que es el futbol. Y el patriarcado, lo encarna, en definitiva.


El futbol como institución, haya sido generado con el fin de entretener, sacar pibes de la villa, o haya sido creado por el motivo que sea, hoy es uno de los espacios donde más violencia y desigualdad encontramos en cuanto al género. Mas allá de la profesionalización del futbol femenino que se logró este año, la desigualdad y la violencia con la que se generan maneras de relacionarse, funcionar y vincularse es algo que se está viendo, y por lo tanto, denunciando.


Admitamos que si tenemos que definir en varias palabras la relación, más o menos, tradicional familiar de los futbolistas diríamos algo como: ellos traen la plata, la mujer se queda en casa, tienen varios hijxs de jóvenes, se casan, hacen que tienen una vida maravillosa mientras la mujer sufre en soledad la falta de amor y hasta la violencia egocéntrica y de genero por parte del papá de sus hijxs o su marido. El silencio en este tipo de relaciones es lo que sostiene y lo que hiere.


Igualmente, no busco identificar un patrón de violencia de género en las parejas de los futbolistas, sino que simplemente entender que todxs sabemos que existe dentro de este tipo de relaciones, una desigualdad y violencia inexorable que nace de la institución en sí.

Mariana Nannis, la mujer de siempre de Claudio Caniggia, la compañera de toda la vida y la mama de lxs hijxs del futbolista, la semana pasada fue entrevistada en el programa de Susana Giménez y durante esa entrevista reveló lo doloroso que le es y le fue estar con su marido.


Dijo frases como: “Vine a salvar a mi marido de prostitución y de drogadicción. Lo vine a salvar otra vez más en mi vida. Ya lo salvé muchas veces en mi vida.” Repite reiteradas veces que ella fue el programa de Telefe, a ayudarlo. “Yo lo ayude muchas veces. Siempre estuve al lado de él, siempre lo apoyé y nunca lo engañé. Y siempre estuve ahí fiel como si fuese una estúpida porque del otro lado no hay retribución”


El machismo arraigado que hoy protagoniza la vida de Mariana Nannis no es sólo en Mariana Nannis. Mariana se siente estúpida por serle fiel a alguien que no le retribuye nada a cambio. Mariana le tiene que salvar la vida a un tipo adulto, que le miente, que le pegó, que la maltrató, y que la engaño reiteradas veces. Unos minutos después de comenzar la entrevista, Nannis hace un descargo un poco más profundo y dice “si no queres estar con alguien, deja a tu mujer ser libre”. En definitiva, Mariana quiere ser libre. Y Claudio, el falso víctima, la arrastra con sus miserias provocando una especie de relación madre-hijo, altamente patriarcal, donde nuestro único rol como mujeres es acompañar, sanar, curar y callarnos. O somos brujas, o somos unas pelotudas.


Mariana Nannis no es una persona, solamente. Mariana Nannis, es un sistema que nos promueve la ceguera de no identificar quién es él o la persona que está generando daño. Y así, seguir alimentando la comodidad y violencia de parte de los varones hacia quienes eligen ser sus compañeras.


Y sin embargo, él, Claudio, la trata de insana. De loca, de desequilibrada. La acusa de mentiras, mientras ella con total firmeza no lo posiciona como un violento, sino como una persona que tiene problemas. Y ella, lo quiere ayudar.


(Sabemos que tratar de loca a una mujer, es típico de machirulo)


En fin, Mariana es la culpa que nos hacen creer que tenemos por haber elegido a un compañero de vida determinado. Mariana es muchísimas mujeres denunciando. Mariana es quién no ve. Su marido, ve todo y sabe todo lo que hace y dice. La diferencia está en que ella quiere salvarlo a él, y él, la quiere hundir.


Mariana Nannis fuimos todas. Creer que tenemos que salvarlos, fuimos todas.


Pero a la que hay que salvar es a Mariana. Es a todas las que son Mariana.


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