Por: Jorge Rachid
Desde los inicios mismos del gobierno entreguista neocolonial de Cambiemos, se dio éste. la tarea de fracturar la experiencia kirchnerista de la raíz del peronismo, como corrientes enfrentadas, en su afán de fragmentar la oposición, poder instalar “la pesada herencia”, perseguir por “corrupción” las acciones políticas del gobierno popular e instalar el odio, como eje de construcción de su modelo de ajuste y endeudamiento, que instaló el dolor social en el seno del pueblo argentino.
No logró, pudo haber postergado quizás procesos históricos, que siempre en el seno del Movimiento Nacional y Popular, se fueron dando cada vez que se producían cuestiones de corrientes de pensamiento diferentes, pero dentro de un peronismo, que ha sido capaz en 70 años de historia, de constituir una amalgama de expresiones, con un solo objetivo: la Liberación Nacional.
Así fue en el movimiento obrero: las 62 Organizaciones de Pié y las otras 62, Junto a Perón, la CGT de los Argentinos y la dialoguista, los vandoristas y los combativos. Documentos de las diferentes épocas abonan esta descripción: Huerta Grande, La Falda, ¡°de Mayo, los 26 puntos de Ubaldini, todos referidos, como ahora los 27 puntos de la Corriente Federal de Trabajadores, al modelo de país solidario basado en la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, que hicieron de nuestro país, un pueblo feliz.
En lo político, también estas expresiones tenían su correlato, que se resolvían en el tiempo de enfrentar al enemigo común, en aquellos tiempos lejanos: las dictaduras militares; en la democracia del Consenso de Washington desde 1983, limitada al Mercado, cuando las condiciones de extorsión del FMI imponían ministros y llevaban al país a las crisis como hoy.
Ahí aparecían corrientes con planteos diferentes, desde el peronismo para enfrentarla, como la hiperinflación de fines de los 90, la Renovación Peronista frente a la ortodoxia, luego Cafierismo-Menemismo. Frente a la claudicación de estos últimos ,con la resistencia al neoliberalismo del MTA, el Grupo de los 8 y las agrupaciones políticas. Antes habían sido los enfrentamientos de J.W.Cooke con los negociadores del 55, los resistentes como Envar El Kadre o Dardo Cabo, con otros sectores que no abonaban la lucha armada.
Como vemos en la historia, el peronismo, que recuperó su identidad y fortaleza ideológica en la etapa kirchnerista, dejando atrás los años 90 del tráfico ideológico ,que se intentó hacer desde el menemato, como hacen hoy los radicales, enterrando a Irigoyen y Alfonsín. De no ser por esos doce años de gobierno popular de Néstor y Cristina, el peronismo, como la social democracia europea, hubiese ocupado el triste papel de ser el ala izquierda del neoliberalismo.
La política de DDHH, el UNASUR, la resolución de la deuda soberana, la creación de trabajo por millones, la incorporación a la Seguridad Social de millones de compatriotas que habían sido agredidos socialmente en los 90 , la energía de la industria y la posición internacional Multipolar, le dieron a la Argentina y a los argentinos: dignidad y calidad de vida.
Entonces la Unidad hoy no es un proceso dirigencial, es una exigencia histórica de un peronismo, que ahora es atacado desde sus inicios, desenmascarando las verdaderas intenciones del enemigo: la destrucción de la memoria histórica del movimiento nacional.
Eso plantea EEUU en América latina para alambrar lo que considera SU territorio, SUS riquezas, SU patio trasero, al cual quiere domesticar a sangre y fuego en lo estratégico.
Pero en la Argentina existe el Peronismo, existe un Pueblo y una clase trabajadora organizada, movimientos sociales de importante inserción territorial, conciencia política en la juventud, clases medias emergentes de procesos de movilidad social ascendente de los 12 años y un modelo social solidario de fortaleza industrial, basado en la I+D, investigación científica y desarrollo tecnológico, que le da a nuestro país y al pueblo, la fortaleza necesaria para enfrentar a un enemigo tan importante.
No bajar la guardia, organizarse para vencer, identificar al enemigo en la batalla cultural diaria, no dejarse manipular, ni dividir, ni fragmentar, construyendo unidad para la lucha en cada instante, evitando que se sigan avasallando derechos adquiridos, con solidaridad, desprendimiento, humildad y convicción de que “sólo el Pueblo salvará al pueblo”, y la Patria está en peligro, por lo cual, no se puede claudicar en su defensa.
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