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EL SECTARISMO Y EL DOGMATISMO, CONSPIRAN CONTRA LA ORGANIZACIÓN DEL MOVIMIENTO NACIONAL

Ilustración: Juan I. Rojas | Línea Nacional Popular

Cada batalla política se desarrolla en el tiempo y el espacio que determina la realidad, “la única verdad”, Perón dixit. Los tiempos de construcción política, esencialmente conceptuales, doctrinarios e ideológicos se dan en el marco de la batalla del combate cultural. Los tiempos electorales determinan que esa lucha se dirime en los votos.


Cuando un proceso político como el que se desarrolló en la Argentina, con el avance del neoliberalismo, en un modelo de país dependiente, agro exportador, colonial, endeudado, con dolor social inmenso y un pueblo angustiado, se impone que visualicemos la batalla electoral, como un punto de inflexión entre Patria o Colonia.


En el diseño electoral del enfrentamiento a fuerzas poderosas como la Embajada de EEUU, los Mercados financieros, los medios hegemónicos y una Justicia sin vendas al servicio del enemigo, es necesario plantearse el fortalecimiento del Movimiento Nacional, enfrentando en conjunto, con todos aquellos que estén dispuestos de cambiar el escenario, con la derrota del neocolonialismo gobernante, títeres de políticas de diseño imperial.


Es difícil en la militancia admitir complejos mecanismos de armados de frentes políticos, en especial en las provincias donde las pasiones y el conocimiento íntimo de cada protagonista es profundo e histórico. Si la historia prevalece, el futuro se ensombrece, recuerden Perón con Balbín y Solano Lima, dos adversarios de siempre.


Claro está que con quien hasta ayer fue adversario, hoy se sienten a conversar los mecanismos políticos, como para enfrentar esta situación en donde está en peligro la Patria, que se resuelve en un proceso de unidad, sin perder la identidad, pero con un solo objetivo que es derrotar al enemigo. Se debe hilvanar, donde cada pieza, no pierde su estructura, eso es el Movimiento Nacional.


Perón decía: “al adversario puentes de plata, al enemigo nada”, describiendo la necesidad de ampliar la base de sustentación electoral para derrotar al único enemigo, aquel que pone en riesgo la Patria.


¿Acaso ha habido en nuestro país persona más atacada que la ex presidenta, denigrada hasta el cansancio, perseguida que aun así sigue conduciendo el armado electoral, tomando contacto con todos aquellos, que enfrentados a su presidencia, hoy entienden el tiempo histórico, de recuperar la Patria para los argentinos?


Un tiempo que transcurre con presos políticos, con saqueos financieros diarios, cierre de empresas, despidos, ampliando la base social de la pobreza y la indigencia, sin escrúpulos ni pudor, por parte del elenco gobernante, no puede darse el lujo de dirimir cuestiones personales, que generalmente se esconden detrás de argumentaciones banales.


Cuando la Patria está en peligro, lo único que no se puede hacer es fragmentar el campo nacional. “Comerse sapos” se dice en criollo, porque esa división sólo favorece la consolidación del enemigo.

Si el éxito del Imperio es la fragmentación, la respuesta del campo nacional debe ser la unidad, “aunque duela”, única garantía de éxito.


Si observamos el mapa de América latina, la acción continua de EEUU y sus aliados, sesgada por su combate de intereses en la región, con los capitales del mundo Multipolar en especial, Rusia y China, están llevando la situación a un conflicto bélico, en nuestra zona que es de paz. La creación de PROSUR en detrimento del UNASUR, es la pincelada estratégica de gobiernos claudicantes ante el Imperio.


Entonces este proceso, que debe ser electoral, debe complementarse con la calle y la movilización, donde nos encontramos todos aquellos que combatimos al régimen, columnas de diferentes signos, múltiples tribus, pymes, organizaciones sociales, políticas y del movimiento obrero, ese combate en el cual hemos defendido los derechos cercenados estos años, entonces como no seremos capaces de derrotar este tiempo histórico juntos, en donde reine la real política del combate, antes que las necesidades de espacios propios, legítimos pero que deben estar al servicio del conjunto, en la lucha electoral.

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