Por: Julio Fernández Baraibar
Acabo de ver Los Dos Papas. Es una muy buena pelÃcula. Pero partamos de que es una pelÃcula. Es decir, no es un documental, un ensayo o un libro de historia, sino una obra de ficción.
Antes que nada y desde una perspectiva exclusivamente artÃstica es una especie de desafÃo actoral entre dos enormes intérpretes, como son Anthony Hopkins y Jonathan Pryce.
La pelÃcula podrÃa ser tranquilamente una obra teatral, un duelo ideológico, humano y religioso entre dos personalidades muy distintas, entre dos figuras que representan dos visiones del mundo, una europea y la otra latinoamericana.
¿Hay inexactitudes históricas? SÃ, varias. Pero, personalmente, creo que no inciden en el balance claramente positivo que el filme genera en un espectador argentino.
La trascendencia polÃtica y religiosa de nuestro compatriota Jorge Bergoglio, el papel que ha decidido jugar en el mundo contemporáneo y la crisis en que se encontraba -y quizás aún se encuentra- la Iglesia están claramente descriptas en la pelÃcula que está dirigida al gran público.
Es una pelÃcula obviamente apologética y está bien que asà lo sea. El director Fernando Meirelles, un brasileño, es decir, un hombre del paÃs que contribuyó decididamente a poner al padre Jorge en el sillón de San Pedro, ha logrado un excelente filme, bello, con diálogos notables por su agudeza, inteligencia y sentido del humor y donde, obviamente, las bellezas de Roma y del Vaticano dan grandiosidad al drama histórico que ahà se desarrolla.
Y, para terminar, es una pelÃcula para que lo argentinos nos sintamos orgullosos, cosa que en general es bastante fácil, pero que con los huracanes que ha desatado el padre Jorge se ha dificultado.
"Que Dios les perdone lo que acaban de hacer" dice el cardenal en el momento en que el Colegio Cardenalicio lo unge obispo de Roma. Que Dios nos perdone a los argentinos por no dimensionar la trascendencia de este compatriota, dice este redomado no creyente.
Buenos Aires 26 de diciembre de 2019